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domingo, 24 de julio de 2016

Matutina de Jóvenes: Julio 24, 2016

UN REGALO MUY COSTOSO


En Cristo, gracias a la sangre que derramó, tenemos la liberación y perdón de los pecados.   Efesios 1:7



Tras escuchar al predicador G. Campbell Morgan, un minero se le acercó y le dijo:

-Pastor Morgan, yo daría todo por creer en lo más profundo de mi corazón que Dios es capaz de
perdonar todos mis pecados. Pero me cuesta mucho aceptar que con nada más confesarlos y arrepentirme, es suficiente. El perdón no puede ser tan barato.

-¿Estuvo usted trabajando en la mina? -le preguntó Morgan- ¿Cómo salió de ella?

-Bueno, como siempre: entré al elevador y me subieron.

-¿Cuánto pagó para salir de ella?

-No pagué nada -respondió el minero.

-¿No le dio miedo el elevador? ¿Acaso no era barato para que usted subiera en él?

-Pastor, lo que usted no sabe es que aunque yo subía gratis, ese elevador costó mucho dinero a los dueños de la compañía.

-Pues lo mismo sucede con el perdón de los pecados -le dijo Morgan- El hecho de que sea gratis para usted, no quiere decir que Dios no haya tenido que pagar un precio elevado para que usted pudiera obtenerlo.

¡Esa es una gran verdad! El perdón de nuestros pecados es gratuito e inagotable para nosotros. Jesús dijo en Mateo 18:22 que Dios es capaz de perdonar el mismo pecado no menos de “setenta veces siete”; es decir, ¡cuatrocientas noventa veces! Lo que Jesús está diciendo es que Dios estará listo a perdonarte cada vez que tú estés dispuesto a confesarte y arrepentirte. ¿Significa esto que nuestra redención del pecado no tiene un costo elevado para el Padre celestial? Pedro declaró en su primera Carta: “Ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19).

¿Sabes bien que fue Dios el que pagó por tu salvación? Si lo sabes, ¿lo saben tus amigos, tus compañeros? El Hijo de Dios derramó su sangre para que todos tengamos  acceso a una fuente inagotable de gracia en la que podamos sumergirnos cada vez que salgamos sucios de la mina del pecado. Y lo mejor de todo es que no tenemos que pagar nada para darnos ese baño de limpieza y purificación espirituales.

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