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sábado, 2 de julio de 2016

Matutina de Adultos: Julio 2, 2016

¿SOY YO EL GUARDIÁN DE MI HERMANO? – 2


«Pasado un tiempo, Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante». Génesis 4: 3-5



ME ENCANTA IR la sección de productos hortofrutícolas del supermercado de nuestro pueblo. ¿Qué podría ser más agradable para la vista que esas brillantes filas de gradas (gracias a los pulverizadores
automáticos que rocían suavemente las hortalizas bajo las luces fluorescentes) de berenjenas moradas, remolachas escarlata, nabicoles blancas, verdes y frondosas lechugas y espinacas, espárragos y brécoles, calabazas amarillas, zanahorias anaranjadas y tomates rojos? ¡No es de extrañar que lo llamen el huerto de las delicias!

Así que, por favor, no malinterpretes a Dios. No tiene absolutamente nada en contra de todos esos relucientes productos hortofrutícolas. Después de todo, ¡es el Creador vegetariano que los inventó a todos! Así que Caín no era más que un joven conforme al corazón del propio Dios al que le gustaba, como a Dios, la producción de la fértil tierra parda. No había ni hay nada de malo en llevar «las primicias» de la tierra al Creador.

Pero está claro en el relato que aquel no era el momento de «recoger la ofrenda». Se trataba de un servicio de culto ordenado divinamente en el altar familiar sobre el que había de representarse la promesa del futuro sacrificio de Dios matando a un cordero inocente. El antiguo credo estaba más claro que el agua: «Sin derramamiento de sangre no hay perdón» (Heb. 9: 22, NVI; ver Lev. 17: 11). Debe estar claro que el pecado siempre produce como resultado la muerte. Caín lo sabía, y lo sabía bien. Pero el nombre completo de Caín bien podría haber sido Frank Caín Sinatra —porque su lema también era «A mi manera»—. Y amontonó sobre su altar de piedra sus mejores mangos, piñas, aguacates y berenjenas.

Pero Abel acudió a su altar «por la fe» en el Cordero de Dios prometido y «ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín» (Heb. 11: 4, NVI). «Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda» (Gén. 4: 4). Los cuatro adoradores vieron aquella llama anaranjada caída del cielo y cómo consumió el sacrificio de Abel pero dejó intacto tanto el altar orgulloso y frío de Caín, como su corazón. Fue un momento crítico para la incipiente comunidad divina de los elegidos. ¿Los mantendrían unidos a Dios y entre sí la fe, la esperanza y el amor? ¿O desgarraría la desobediencia para siempre a la familia de Dios? En lo que respecta a la comunidad de los elegidos, ¿has notado que siempre hay mucho en juego?

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