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martes, 28 de junio de 2016

Matutina de Adultos: Junio 28, 2016

¿QUIEN LLEVA LAS RIENDAS?


<<Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades, quita reyes y pone reyes; da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido, conoce lo que está en tinieblas y con él mórala luz>>. Daniel 2: 20-22 



RALPH W. EMERSON, sabio del siglo XIX, tuvo esta ocurrencia: <<Los acontecimientos llevan las riendas y tienden a ir a lomos de la humanidad>>. Aunque puede que eso haya sido cierto en su
época, ¿está resultando cierto en nuestro siglo XXI? La siguiente vez que escuches al presidente de los Estados Unidos en una rueda de prensa, fíjate en la lista de control de acontecimientos que él y los periodistas irán marcando uno a uno: los inmensos desafíos que todo el mundo sabe que afronta esa nación y el resto del mundo. Verdaderamente, ¡<<los acontecimientos llevan las riendas>>!

Pero los antiguos profetas pedían constantemente a sus audiencias y a sus lectores que recordasen a Alguien más que también lleva las riendas. Entrando a medianoche en aquel palacio de ebria orgia, el anciano profeta Daniel interpretó al petrificado rey Belsasar (sobrio ya del susto) la misteriosa escritura de la pared: <<El Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place. […] Nunca honraste al Dios en cuya mano esta tu vida y de quien son todos tus caminos>> (Dan. 5:21-23). Apenas se habían pronunciado esas palabras, el poderoso imperio de Babilonia se vino abajo a altas horas de esa misma madrugada. <<Los acontecimientos llevan las riendas>>, ¡pero también las lleva Dios!

Y por eso estoy convencido de que podemos afrontar el futuro con esperanza confiada y con tranquila certidumbre. No vale la pena temer a la debacle económica que viene drenando el poderío económico de esta civilización. Si Dios decide restaurar nuestra viabilidad económica en aras de su reino y de su misión en la

tierra, lo hará. Por otra parte, si decide permitir que la hemorragia monetaria desangre nuestra vitalidad económica en aras del avance de su reino y de su misión en la tierra, <<ni todos los caballos ni todos los hombres del rey>> podrán recomponer a Zanco Panco otra vez. Saber que su voluntad se hace en la tierra <<como en el cielo>> (Mat. 6:10; Luc. 11:2) garantiza al que confía en Dios que en nuestras muy presentes circunstancias, Dios sigue alcanzando su propósito supremo y que todas las cosas obran conjuntamente para el bien: <<Dios dirige el complicado manejo de los acontecimientos humanos. En medio de la lucha y el tumulto de las naciones. Aquel que se sienta por encima de los querubines todavía dirige los asuntos terrenales>> (La educación, cap. 19, p. 161). ¡Hay lugar para la esperanza en la silla de montar!

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