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jueves, 12 de mayo de 2016

Matutina de Adultos: Mayo 12, 2016

SALA DE EMERGENCIAS – 3


“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este recibe a los pecadores y come con ellos’ Lucas 15:1, 2



QUÉ CODICIABLE CRITICA! “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Afrontémoslo. Jesús era así. Nunca conoció a un pecador que no le gustara o al que no amara. Y por eso los fariseos
sisearon lo que leemos en los textos de ayer y de hoy. ¿No sería maravilloso si también dijeran lo mismo de ti y de mí? “Este hombre, esta mujer, da la bienvenida a los pecadores y come con ellos”. Lamentablemente, conozco algunas iglesias que dan la bienvenida a los pecadores ¡y se los comen! Pero la diferencia es abismal, ¿no?

Mientras codiciamos las acusaciones presentadas contra nuestro Señor en otro tiempo, hay más que podríamos añadir a nuestra lista. En otra ocasión, Jesús reparó en sus críticas cuando expuso la típica doblez de la religión hipócrita, en la que -según suele decirse-, hagas lo que hagas, te van a echar la culpa igual: “Vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publícanos y de pecadores’ ” (Luc. 7:33, 34). Juan vivió separado de la sociedad con fidelidad a Dios, y lo llamaron amigo de los demonios. Jesús vivía en medio de la sociedad con fidelidad a Dios, y lo llamaban amigo de pecadores. Con algunos individuos, no hay forma de que salgan bien las cosas, ¿verdad?

¡“Amigo de pecadores”! ¡Qué codiciable condena, qué descripción digna de reflexión, qué ejemplo asequible de lo que han sido llamados a ser los elegidos! Exactamente como Jesús. Igual que la sala de Emergencias de un hospital.

Algunos se preocupan porque, si la iglesia de los elegidos llega a centrarse demasiado en los pecadores menos respetables, quedará, de alguna manera, disminuida y marginada. Pero esta observación de hace un siglo señala completamente lo contrario: “Si quisiéramos humillarnos ante Dios, ser amables, corteses y compasivos [llenos de piedad], se producirían cien conversiones a la verdad allí donde se produce una ahora” (El ministerio de la bondad, cap. 10, p. 91; la cursiva es nuestra). ¡Da la impresión de que ser amigo de los pecadores es la forma más efectiva de Jesús de dar crecimiento a su iglesia! Entonces, ¡hagámoslo!

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