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viernes, 25 de marzo de 2016

Matutina de Jóvenes: Marzo 25, 2016

Y no se cumplió…


«¡Que el nombre del rey permanezca siempre; que su fama dure tanto como el sol!» (Salmo 72:17).



Al darse cuenta del potencial que tenía el joven de tan solo diecisiete años, el respetado tío no se contuvo y le hizo una grandiosa oferta:

-John, te enviaré a una de las mejores universidades. Puedes escoger entre Yale, Harvard o Darmouth. Tendrás una carrera esplendorosa e, incluso, podrás ocupar mi puesto en el Congreso.

-Ummm, ¿eso afectará a mis creencias cristianas? –preguntó el joven.

-Creo que puedes aceptar mi oferta y seguir siendo cristiano -respondió el tío.

-Tu oferta es muy generosa -dijo John-, pero sigo preguntándome si afectaría a mis convicciones personales con respecto a las verdades bíblicas.

-Quizás tengas que echar a un lado, aunque sea momentáneamente, algunas de tus creencias -agregó el tío.

-Pues lo siento. No cambiaría la verdad por nada; no estoy dispuesto a abandonar mis principios.

-John, si lo que quieres es ser un predicador del sábado, conmigo no cuentes. Hazlo, pero te advierto que nadie sabrá quién eres.

El tío de nuestra historia es Charles Andrews, un miembro del Partido Demócrata, que en 1851 fue elegido a la Cámara de Representantes. ¿Habías escuchado algo de este hombre antes de haber leído estas líneas?

¿Sabes cómo se llamaba el sobrino que según él nadie conocería? J. N. Andrews. Aunque John tenía todas las cualidades necesarias para haber sido un destacado político, cuando tenía quince años decidió convertirse en predicador del evangelio. ¿Quién es más conocido, el tío Charles o el sobrino John?

J. N. Andrews se convirtió en un brillante autor, erudito y evangelista de la Iglesia Adventista. Fue uno de los primeros adventistas en escribir un libro sobre el día de reposo: Historia del sábado y del domingo. Además, fue el primer misionero enviado a Europa. En honor a él, el más importante centro de entrenamiento teológico de la Iglesia Adventista lleva su nombre: Andrews University.

Hoy, J. N. Andrews es conocido en todo el mundo. En el servicio al Señor encontró la verdadera fama, aquella que traspasa los umbrales terrenales y se adentra en el mismo trono del Rey del universo. La profecía de su tío no se cumplió.

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