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martes, 6 de octubre de 2015

Matutina de la Mujer: Octubre 6, 2015

Interceder por nuestros hijos


Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos. Isaías 49:25



El drama que viven Perla y Ricardo” es difícil de describir con palabras. Su hija Paulina, una adolescente, comenzó a dar muestras de rebeldía. Los límites aceptables, delineados por sus padres, le parecían irrazonables a la chica. Comenzó a juntarse con amigos de baja reputación, que la arrastraron más y más lejos de Dios, de sus padres y de los principios que le habían enseñado. Finalmente, Paulina dejó el hogar paterno y cortó todo tipo de comunicación con sus progenitores.

Algunas veces, a pesar de los esfuerzos que ponemos en criar a nuestros hijos para que amen a Dios y que vivan vidas productivas, ellos se descarrían.

Si estás experimentando dolor por un hijo “pródigo”, puedes entender a Adán y Eva, cuyo hijo Caín asesinó a su hermano Abel; a Abraham, Isaac y Jacob, quienes sufrieron mucho por las decisiones de sus hijos. Aun a nuestro Dios, cuando perdió un tercio de sus criaturas en el cielo.

Ricardo y Perla tuvieron las reacciones propias de los padres que pasan por esa situación: tristeza, angustia, desesperación, vergüenza, depresión y una sensación de fracaso.

Si alguno de tus hijos se ha alejado del Señor, no pierdas el tiempo preguntándote: “¿En qué fallé?”, “¿Dónde me equivoqué?”. Si crees que fallaste, pide perdón a Dios y luego intercede en oración. Pocos orarán por tus hijos si tú no lo haces. Nadie suplicará por ellos con el fervor con que tú puedes suplicar. El amor que sientes por tus hijos, la ternura, tu conocimiento de su conducta, sus necesidades y sus problemas, te capacitan para abogar en su favor con un fervor que no puede ser rechazado.

Ya sea que tus hijos sean pequeños o mayores, que vivan contigo o no, en tiempos de rebeldía necesitan tus oraciones más que nunca. La buena noticia es que el Señor lo promete: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isa. 55:11).— Nibia Mayer.

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