Buscar...

domingo, 18 de octubre de 2015

Matutina de Adultos: Octubre 18, 2015

Pasar de muerte a vida


“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).



Jean Weidner fue un héroe adventista de la Segunda Guerra Mundial que, a mediados de 1940, creó una organización clandestina, la Dutch-Paris, altamente perseguida por la Gestapo, para pasar judíos de Francia a Suiza por la ruta suiza, o de Francia a España, Portugal e Inglaterra por la ruta española a través de los Pirineos. En cierto momento, alguien dijo de Jean Weidner: “Él salvó a mis padres; él salvó mi vida, él salvo las vidas de tantas personas, muchos de ellos judíos; pero hizo más: nos dio refugio y comida, nos dio el coraje que necesitábamos”.

En los años del Holocausto, Weidner salvó las vidas de ochocientos judíos y muchos otros que huían del terror del nazismo. Arriesgó constantemente su propia vida, sufrió torturas, persecución y condenas de muerte, para salvarlos de una muerte segura en aquellos horribles campos de exterminio y conducirlos a la libertad, a la esperanza y a la vida. Interrogado una vez sobre por qué había arriesgado su vida para salvar a otros, su respuesta fue breve e inmediata: “Eran hijos de Dios, eran seres humanos”. Estaba animado por la certeza de que en todo momento se encontraba entre las manos de Dios: “Estoy completamente satisfecho de que Dios me haya guiado a través de esos años de evasión, captura, tortura y terror”.

Para pasar de la muerte a la vida, se necesita un guía, alguien que arriesgará su vida para salvarnos. Ese guía ha sido Cristo, por eso la fuente de inspiración y el referente de la obra de Jean Weidner fue Jesús mismo, el Salvador de los hombres que vino a este mundo para crear una ruta de evasión de las cárceles del mal, una red que clavó en la cruz la cédula de condenación que nos era contraria, y nos proveyó de un acta de exculpación y libertad. También Jesús sufrió castigos, persecución, torturas, amenazas y, finalmente, la muerte. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efe. 2:4, 5).

Jesús es el único que puede reavivarte y transformar tus circunstancias negativas.

Déjalo conducirte y pronto verás que hay un Dios en los cielos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario