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lunes, 14 de septiembre de 2015

Matutina de la Mujer: Septiembre 14, 2015

La Noche de la Desgracia


Dios le dijo: “¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” Génesis 3:11



Todo comenzó cuando Lucifer, que ocupaba uno de los puestos más sagrados delante de Dios como “querubín protector, deseó ser el primero en el cielo. Trató de dominar a los seres celestiales, apartándolos de su Creador, y granjearse su homenaje. Para ello, representó falsamente a Dios, atribuyéndole el deseo de ensalzarse” (El Deseado de todas las gentes, cap. 1, p. 13). Entonces fue echado del cielo junto con la tercera parte de los ángeles, a quienes logró embaucar con sus astutos argumentos en contra del Padre celestial.

Luego se propuso engañar al hombre con esta estrategia: 1) Dudar de la Palabra de Dios. 2) Desconfiar de la bondad de Dios. 3) Considerar a Dios severo e implacable. “Así consiguió que se uniesen con él en su rebelión contra Dios, y la noche de la desgracia se asentó sobre el mundo” (ibíd.).

Los seres humanos pueden considerar como desgracias un catálogo de acontecimientos que van desde perder el tren, el autobús o las llaves de la casa, hasta perder el trabajo, la casa, o un ser querido. Satanás es experto en presentarnos el lado oscuro de las pruebas y desafíos que conlleva la fe cristiana. Pero a la luz del gran conflicto, el apóstol nos ubica: “Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Fil. 3:7-9).

Es fácil caer en la trampa del diablo y dudar de la Palabra de Dios. No desconfíes de su bondad, ni olvides que él es amor. Si lo haces, atraerás la desgracia sobre ti y tu familia, y perderás la corona de la vida.

Te invito a confiar en el Señor y a no ceder a la tentación, pues tus bendiciones superan tus pérdidas. Jesús prometió: “Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mat. 19:29).

Gabriela Hernández de Medina.

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