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martes, 29 de septiembre de 2015

Matutina de Adultos: Septiemre 29, 2015

Justa indignación


“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26, 27).



¿Se puede uno airar sin llegar a pecar? En realidad, el apóstol Pablo se refiere a una justa indignación, cuyo papel fundamental es estimular a los hombres en su lucha contra el pecado. El propio Jesús no se enfadó a causa de una ofensa personal, sin embargo, sí reaccionó con vehemencia ante sutiles desafíos lanzados contra Dios e injusticias en contra de las personas (Mar. 3:5). Por lo tanto, el enojo es justificable cuando se concentra en la conducta errónea y no en la persona, ya que Dios odia el pecado pero ama al pecador.

La violencia, en cualquiera de sus formas, no es componente del patrimonio ético-espiritual de la revelación bíblica. La indignación a la que alude nuestro texto es lo contrario de la aquiescencia con el pecado, forma parte del programa de protestas y reformas morales que Dios ha encomendado a su iglesia (1 Juan 2:15-17). Previene contra el pecado de abuso de la justa indignación, la venganza y el resentimiento personal, evitando que alguna raíz de amargura brote y pueda mancillar o arruinar la paz del alma (Heb. 12:15).

Por otro lado, es muy importante no cultivar actitudes que favorezcan el desarrollo de los frutos de la carne, especialmente en casa: “El hogar ha de ser el centro del afecto más puro y elevado. Cada día deben fomentarse con perseverancia la paz, la armonía, el afecto y la felicidad, hasta que estos bienes preciosos moren en el corazón de los que componen la familia. La planta del amor debe nutrirse cuidadosamente; de lo contrario morirá. Todo principio bueno debe ser cultivado si queremos que florezca en el alma. Debe ser desarraigado todo lo que Satanás planta en el corazón: la envidia, los celos, las malas sospechas, la maledicencia, la impaciencia, el prejuicio, el egoísmo, la codicia y la vanidad. Si se permite que permanezcan estos malos rasgos en el alma, darán frutos que contaminarán a muchos. ¡Oh, cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los frutos preciosos del amor y contaminan el alma!” (El hogar cristiano, p. 174).

“Debe hacerse en cada iglesia un ferviente esfuerzo para desechar la maledicencia y el espíritu de censura, como algunos de los pecados que producen los mayores males en la iglesia. La severidad y las críticas deben ser reprendidas como obras de Satanás. La confianza y el amor mutuo deben ser estimulados y fortalecidos en los miembros de la iglesia” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 574).

No lo olvides, rechaza las acciones pero nunca a las personas.

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