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miércoles, 12 de agosto de 2015

Matutina de Menores: Agosto 12, 2015

Gusto por lo salado


Experimenta: ¿Eres como la sal que alegra la vida de tu familia, amistades y conocidos?

A los animales les gusta lo dulce pero lo salado es su favorito. Recuerdo que mi padre ponía sal en mi mano para que un borreguito se me acercara. Su lengua rasposa lamía mi mano confiadamente. Disfrutaba la sal y pedía más. Algunos entrenadores de caballos usan terrones de sal; a las vacas les suministran medicamentos y otros minerales mezclados con sal.

A algunos seres humanos les gusta la sal. Dios mismo pidió a los israelitas que sazonaran con sal las ofrendas de cereales que ofrecieran. La sal es necesaria para que nuestro organismo funcione adecuadamente, pero es importante recordar que su exceso puede perjudicarnos.

Recuerdo la ocasión en que Jesús dijo que somos la sal de la tierra. Esa comparación conlleva una gran responsabilidad. Ser un grano de sal significa que darás un momento de alegría y satisfacción a alguien. Que cuando la gente platique contigo, su vida tendrá sabor a pesar de sus problemas.

Conozco a varias personas que son como granos de sal. Cada vez que hablo con ellas, le dan un toque de sabor y alegría a mi vida. La mejor sal es la que fabrican las manos de Jesús. Deja que él te convierta en el sabor perfecto. Tu reto para hoy es ser como esos granos de sal que hacen falta al platillo de los que te rodean. No pierdas tu sabor, no te alejes de Jesús para evitar convertirte en una sustancia amarga que nadie quiera en su vida.

«A todas tus ofrendas de cereales debes ponerles sal, y no permitas que en tu ofrenda de cereales falte la sal de la alianza de tu Dios. En todas tus ofrendas debes ofrecer sal» (Levítico 2:13)

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