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miércoles, 12 de agosto de 2015

Matutina de la Mujer: Agosto 12, 2015

El poder sanador de la oración


Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Mateo 18:19



En 2004 pasaron muchas cosas que marcaron mi vida. Sin embargo, lo que marcó mi vida espiritual para siempre fue la enfermedad. Hacía tres años que me sentía mal: frecuentemente sufría calambres en el bajo vientre que me dejaban sin respiración. Fui muchas veces al médico, me hicieron muchos estudios, y todo salía bien; pero de todos modos me sentía mal. Un día que volví al médico, no pudo atenderme. La enfermera, entonces, me envió con otra médica. Ella introdujo una aguja gigante en mi abdomen, preguntándome si sentía dolor. Yo decía que no, así que continuó hasta que ya no tenía más aguja para introducir. Sorprendida, pidió que me hicieran un examen de ultrasonido.

Cuando me estaba haciendo el examen, observé un gesto en la radióloga que me dio inmediatamente la pauta de que algo no estaba bien. Ella, con aparente calma, llamó a la doctora que, sin mediar palabra, me dijo: “Tiene cáncer”. Mi mundo cambió en ese instante. Tenía una hija de cinco años y otra de nueve; mis pensamientos eran aterradores: qué pasaría con mis hijas y mi esposo, cómo les daría la noticia, cuánto tiempo me quedaría de vida… Llamé a mi amiga Bechy, y ella me animó: “¡Debemos orar!”. Mi iglesia comenzó a orar por mi salud.

Una semana después, el tumor fue extraído. Lo mandaron a patología mientras nosotros y la iglesia orábamos. A las dos semanas fui a ver a la médica. Me hizo firmar un documento que la liberaba de cualquier responsabilidad sobre el diagnóstico que me daría. Ella había enviado tres veces las muestras del tumor a Patología, y las tres veces los resultados habían dado negativo.

La médica no podía creerlo y no entendía el porqué, pero ¡yo sí lo entendía! Comprendí que Dios tiene un plan para mi vida, que desea que testifique y que trabaje en su obra. Hoy testifico que hay poder en la oración, que adoramos al Dios de lo imposible, que está dispuesto a hacer lo imposible por nosotros. ¿Y tú? ¿Estás dispuesta a hacer lo imposible por él?.

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