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lunes, 22 de junio de 2015

Matutina de Adultos: Junio 22, 2015

Señor, enséñanos a orar


“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: ‘Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos’ ” (Lucas 11:1).



¿Te has preguntado alguna vez cómo oraba Jesús? ¿Te gustaría escuchar sus oraciones sin ser visto una de aquellas madrugadas que él pasaba a solas con Dios? Conocemos algunas de sus oraciones, pero no tenemos de ellas más que unas cuantas palabras que los evangelistas nos han transmitido. Los discípulos “habían estado alejados por corto tiempo de su Señor y, al volver, lo encontraron absorto en comunión con Dios. Como si no percibiese su presencia, él continuó orando en voz alta. Su rostro irradiaba un resplandor celestial. Parecía estar en la misma presencia del Invisible; había un poder viviente en sus palabras, como si hablara con Dios” (La oración, p. 345). Cuando hubo terminado, profundamente impresionados, exclamaron: “Señor, enséñanos a orar”. Según el evangelista Lucas, así nació el Padrenuestro, como una respuesta a esta petición de los discípulos.

Todos admiramos el ministerio de Cristo y nos preguntamos cómo y dónde encontró el poder indiscutible de su vida. Elena de White nos dice: “La vida terrenal del Salvador fue una vida de comunión con la naturaleza y con Dios. En esta comunión nos reveló el secreto de una vida llena de poder” (El ministerio de curación, p. 33).

En efecto, cada vez que el Salvador tuvo que afrontar una circunstancia difícil, los evangelios nos lo presentan de rodillas ante el Padre. Para él, la oración era mucho más que una práctica religiosa piadosa, más que un convencionalismo formal del lenguaje espiritual, más que un instrumento de comunicación con Dios. La oración es la esencia de la religión misma, no un medio, sino un fin, la llave de la relación del creyente con Dios, el aliento del alma, la fuente del poder espiritual.

Estando en este mundo, Jesús consideró imprescindible la oración en su vida. Incluso, la Biblia dice que llegó a pasar toda una noche en oración. En esos momentos encontraba mucha paz al estar en comunión con el Padre celestial. Si él, un ejemplo vivo de lo que significa creer, sentía una profunda necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros debiéramos sentir una enorme avidez de acercarnos a nuestro Padre celestial! En realidad, no somos conscientes de la relevancia de la oración en nuestras vidas.

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