De más valor que un colibrí
Experimenta: Si no conoces a los colibríes, busca información sobre ellos. Te aseguro que son aves especiales.
En uno de los árboles de la casa de mi mamá hizo su nido un colibrí. ¡Era un regalo de Dios para nosotros! Estaba justo a la altura de los ojos de quienes pasábamos por allí. Cuando las crías surgieron de los huevecillos no fueron más que pequeñas bolitas con los ojos cerrados y piquitos. Eran muy pequeños e indefensos.
A los pocos días, sus picos eran más grandes que el resto de sus cuerpos. La madre sobrevolaba las flores del jardín durante el día con una agilidad inigualable que llamó mi atención. Un colibrí puede visitar entre 500 y 3.000 flores por día.
Estos interesantes pájaros pueden llegar a medir entre 5,5 y 25 centímetros y pesar entre 1,8 y 21 gramos. Baten sus alas entre 22 y 80 veces por segundo y vuelan a 48 kilómetros por hora, en vuelos de placer, o a 80, cuando se sienten amenazados. Su corazón late ocho veces más rápido que el tuyo y pueden respirar 250 veces en un minuto. Aunque tienen todas estas características, sus patas cortas no les permiten caminar.
Mientras los polluelos están en el nido dependen completamente de su mamá para sobrevivir. Ella los cuida, alimenta y cubre con sus alas para que estén seguros.
Además de mi mamá, que ahuyenta a los gatos que llegan al jardín, hay alguien más poderoso que provee, para toda esa familia de colibríes, alimento y seguridad, a pesar de que son tan frágiles. Es Dios quien cuida a esas aves. Son muy valiosas para él porque las creó.
Jesús aconsejó que observáramos a las aves y aprendiéramos de ellas; cómo el amor que Dios les tiene satisface sus necesidades cada día. Tú y yo valemos más para él que esas aves. Además de creamos, también dio a su Hijo Jesús para que nos rescatara de las garras del enemigo.
Agradécelo y recuérdalo siempre.
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