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miércoles, 6 de mayo de 2015

Matutina de la Mujer: Mayo 6, 2015

La misión de una madre


“Herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.” Salmos 127:3



Cuando era niña, mi único sueño era llegar a ser una buena profesional. Jamás jugué con muñecas, y tener hijos no formaba parte de mis anhelos. Mi meta era una sola: estudiar. Sin embargo, cuando nació mi hijo Mark, descubrí el verdadero propósito de mi vida. Cambie libros por pañales, y un buen trabajo por mi hogar. Mentiría si escribiera que fue fácil, pero no miento si digo que jamás he recibido una sensación de recompensa similar.

Con los años, he comprendido que la herencia de Jehová son los hijos. La maternidad es un don de Dios, no un derecho. Hay miles de mujeres con un vientre estéril que lo darían todo por el privilegio que “Dios te concedió a ti: ser madre. Cada hijo es un legado por el cual no solo debemos dar gracias, sino que también tendremos que dar cuentas. Dios ha confiado en nuestras manos un valiosísimo tesoro. El confía en que cada madre haga esfuerzos incansables a fin de formar caracteres idóneos para al reino de los cielos. Cada madre fue diseñada con las capacidades para educar, moldear y contribuir a la salvación de sus hijos.

Dicha labor no es fácil: agota energías, y exige intentar una y otra vez. Hay muchos fracasos y frustraciones y, muchas veces, los frutos nunca se verán en este mundo. Ser madre en todo el sentido de la palabra significa sacrificarse y tener las prioridades en orden. Teresa de Calcuta afirmaba: “Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años… Pero lo importante no cambia”.

Querida madre, ¿qué es lo importante en tu vida? Tu rutina diaria ¿tiene a tus hijos en la lista de prioridades? ¿Eres tú quien les da su primer beso por la mañana y su último abrazo antes de dormir? Si tu respuesta no es positiva, reflexiona sobre tus prioridades. Dios quiere emplearte en la salvación de tus hijos. Dios no te pedirá diplomas, cuentas bancarias, ni siquiera horas de servicio comunitario. La primera pregunta que te hará será: “¿Dónde están los hijos que te di?”. Cuán hermoso será poder decir en el día final: “He aquí yo y los hijos que me dio Jehová”

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