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miércoles, 6 de mayo de 2015

Matutina de Jóvenes: Mayo 6, 2015

Con Dios, siempre hay salida


Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros… Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. Éxodo 14:13, 14.



¿Has estado en circunstancias tan apremiantes, ya sea en lo económico, laboral, familiar, en los estudios, en la salud o en tu vida anímica, moral o espiritual, que te parecía que no había salida, y que todo estaba destinado al fracaso, la pérdida o la destrucción, y que con ello tu vida se derrumbaría?

En el episodio del éxodo al cual pertenece nuestro texto de reflexión para hoy, la “realidad” de los israelitas es que parecen no tener escapatoria: si bien son una multitud muy numerosa, hay entre ellos muchas mujeres, niños, ancianos y pobres esclavos recién liberados, debilitados por el hambre y por años de trabajos forzados, sin armas ni entrenamiento militar con qué enfrentar al formidable ejército egipcio. Atrás de ellos están sus enemigos; a los costados, las insalvables montañas; y al frente se encuentra, majestuoso e intimidatorio, el Mar Rojo.

Pero, la realidad total es mucho más abarcadora, e incluye el mundo invisible, el mundo de Dios, del Omnipotente, del Soberano del universo, Señor de señores y Rey de reyes.

Dios, entonces, hace un pedido insólito a Moisés: “Di a los hijos de Israel que marchen” (éxo. 14:15). El pueblo, aunque parece una locura, empieza a avanzar por el Mar Rojo. Se atreven a mojarse los pies, en obediencia confiada a la orden de Dios. Por fe, hacen algo descabellado, y se empiezan a internar en el inmenso mar. Y sucede lo increíble: el mar se abre ante sus pies, dejando un sendero descubierto para que transiten por él las huestes de Israel.

¡Qué demostración del poder omnipotente del Creador del universo!

Confía hoy en el poder, el cuidado y el amor de tu Padre celestial. No importa por qué problema estés cercado hoy, y cuán imposible te pueda parecer su solución: Dios tiene todos los recursos de la omnipotencia en sus manos. Él te puede dar la salida cuando, como y donde menos lo esperes. Tu parte es confiar en él, vivir por fe y “mojarte los pies”, haciendo su voluntad, y cumpliendo tus deberes con los hombres y con Dios.

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