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domingo, 17 de mayo de 2015

Matutina de la Mujer: Mayo 17, 2015

Lección de un cabrito


“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidare’ de ti.” Isaías 49:15



Cuando era pequeña, me encantaba correr en el campo entre los girasoles, que crecían como una cerca junto al agua que regaba las hortalizas y el huerto. Entre las muchas tareas, papá nos llevaba por la tarde, cuando el sol bajaba, a recolectar los frutos de la huerta, cosechar las verduras de la tierra, y preparar las cajas para entregarlas muy temprano, al día siguiente, en el mercado de la ciudad.

En el campo siempre hay algo por hacer. Siempre que regresábamos de la ciudad, nos esperaba más trabajo. A mí me tocaba alimentar a las cabras; y los cabritos, los más pequeños, requerían mayor cuidado. Los llevaba a comer el pasto fresco que crecía en el terreno sin siembra.

Las cabras se multiplicaban rápidamente; cada una tenía de dos a tres cabritos. Un año observé que uno de los recién nacidos no podía alimentarse por sí solo, pues era más pequeño y débil que los otros. Mamá me dejó a cargo de amamantarlo con biberón, con la leche de otra cabra. Así lo hice; y se convirtió en un cabrito muy especial. Me seguía por todas partes, y se metía por la puerta de la cocina para que lo alimentara.

Las cabras seguían reproduciéndose, ¡y me ocupé tanto de los nuevos cabritos que me olvidé de mi cabrito especial! Le retire el biberón, pensando que ya podía alimentarse solo del pasto tierno, pero no fue así. Un día muy temprano por la mañana, me encontré con una desagradable sorpresa: mi cabrito especial yacía muerto en un rincón del corral. Me asuste y lloré con amargura, sintiéndome terriblemente culpable de lo sucedido, pues había olvidado alimentario como debía.

Querida amiga, a veces nos pasa lo mismo en nuestro hogar: olvidamos dar el alimento espiritual a nuestros hijos, pensando que ya han crecido en los caminos de Dios, y los dejamos solos. Olvidamos que no han crecido lo suficiente como para sostenerse firmes en este mundo de tentaciones. A veces, mueren espiritualmente y dejan los caminos del Señor. Recuerda: nuestro Dios no se olvida de nosotras; no nos olvidemos nosotras de alimentar y mantener a nuestros hijos en sus caminos.

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