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jueves, 16 de abril de 2015

Matutina de la Mujer: Abril 16, 2015

Peso milagroso


Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloría en Cristo Jesús. Filipenses 4:19



Mi hermana en Cristo y amiga, Jihnny, y yo habíamos orado y planeado nuestro segundo viaje misionero a un país muy pobre. La noche antes de partir, comenzamos a preocuparnos porque teníamos mucho exceso de equipaje.  Abrimos nuestras maletas para ver qué sacábamos (¡falta de fe!). Pesamos las maletas otra vez: la mía pesaba más de 25 kilos y la de ella un poquitito por encima de 20. Casi no dormimos y, cuando salimos a las tres de la madrugada hacia el aeropuerto nos encomendamos al Señor. Una vecina de Jihnny supo de nuestro plan, y elevó a Dios una oración que parecía haber llamado a todo el cielo en favor de nosotras.

Sabíamos que nuestro equipaje excedía el peso permitido, pero no deseábamos sacar nada. Al llegar nuestro turno, puse mi valija para que fuera pesada. Cuál no fue mi sorpresa cuando el equipaje, que pesaba en casa más de 25 kilos, ¡ahora marcaba exactamente 20! Más sorprendida estuvo Jihnny cuando puso la de ella, ¡y marcaba 13! Jihnny tiene ojos grandes pero, al ver el número de la balanza, parecía que se le querían salir de su lugar; y le dije: “¡Guarda tu cara de sorpresa, mujer, que los ángeles están trabajando!”.

Cuando contamos este milagro a algunas personas, nos miran con incredulidad. Buscan la “lógica” para explicar lo sucedido. ¿Por qué será que tantas personas no creen que nuestro Padre todavía obra milagros? Le pedimos a Dios un milagro, y él nos lo concedió. ¿Por qué’ vamos a mirar las cosas de otra manera? Tenemos un Dios que todavía abre el Mar Rojo y el río Jordán en nuestras vidas, de acuerdo con su voluntad. No dudes. Pide y él responderá, pues “esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14-15).

Nuestro Padre celestial está ansioso por darnos bellas, ricas y abundantes bendiciones. Vayamos a él confiados, y él hará de acuerdo con su Voluntad. Esta es su promesa; ¡reclámala!

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