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martes, 3 de marzo de 2015

Matutina de Menores: Marzo 3, 2015

Conexión constante


Experimenta: ¿Cuántas veces al día revisas tu conexión con Dios? No permitas que deje de fluir la energía divina en tu vida. No te desconectes del enchufe del cielo

Hace algunos días nos llego la factura por nuestro consumo de electricidad y casi nos dio un infarto cuando vimos el total a pagar. ¡Era demasiado!

Un amigo nos sugirió desenchufar todos los aparatos y después echar un vistazo a la caja medidora de
luz de nuestra casa. Si en verdad todo estaba desconectado, las manecillas de dicha caja reguladora no debían moverse, es decir, registrar algún r consumo de energía eléctrica.

Desconectamos todo; al menos eso creímos. Al revisar la caja, las manecillas indicaban que aun se consumía una gran cantidad de energía. Pero habíamos desconectado todo, ¿qué podía ser?

Registramos la casa y encontramos enchufado, detrás de un mueble, el cargador de un teléfono celular. El aparato no estaba, solamente su cargador. Al desconectarlo, las manecillas dejaron de moverse y se detuvo el consumo de electricidad.

Algunos pensamos que basta con apagar el televisor, la licuadora computadora, etcétera. Pero mientras el tomacorriente siga enchufado, todo aparato consumirá energía, a menos que exista un botón que interrumpa la corriente.

En tu casa, ¿cuánta energía eléctrica se desperdicia? Luces encendidas sin motivo, cargadores de teléfonos móviles y demás cables de aparatos eléctricos enchufados que están en uso.

Revisa la conexión de tu vida con Jesús en la mañana, al medio día, en la noche antes de acostarte. Cuando te levantes al baño a media noche, vuelve a revisar si la conexión continúa. Habla con Cristo Jesús cada vez que lo necesites y deja que te hable cuando lees un versículo de la Biblia o miras el paisaje desde la Ventana de tu habitación. Una persona muere poco a poco si no está conectada con Dios. Quien se desconecta no tiene remedio.

«El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden hacer ustedes nada» (Juan 15:5)

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