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domingo, 29 de marzo de 2015

Matutina de Menores: Marzo 29, 2015

La bola seca y ácida de una mosca


Experimenta: ¿Las moscas orinan?

Las moscas y los demás insectos no tienen riñones sino túbulos de Malpighi. Absorben el nitrógeno sobrante del sistema digestivo y lo transforman en una pasta de ácido úrico, que se mezcla antes de salir al exterior con la comida que no esté digerida, y luego se exprime para que quede una bola seca. El agua de los alimentos que ingieren las moscas la reabsorbe su sistema excretor a fin de conservarla, en ambientes secos.

Así que las moscas no orinan. Lo que nos debe inquietar es qué podrían depositar sobre nuestros alimentos o nosotros, mediante sus patas, boca o sistema excretor, ya que transmiten muchas enfermedades.

Hay personas que usan la boca como sistema excretor de sus críticas; sus palabras son como ácido. Van de aquí para allá y depositan separación y enemistad por dondequiera. ¿Deben preocuparte esas personas? Por supuesto que no. Preocúpate si tú eres una de ellas; si dedicas parte de tu tiempo a dejar tus críticas ácidas y secas por donde pasas.

Jesús fue tajante al aconsejar: no juzguemos, no critiquemos. ¡A nadie! La misma acidez y sequedad que usemos para criticar se usará contra nosotros. Cristo observa todos los días lo que hacemos. Se da cuenta de que nos equivocamos al escoger nuestros amigos, cómo tratamos a nuestros padres y maestros, hasta cuando de nuestra salud se trata. Pero Jesús no nos critica. Nos ama, respeta nuestras decisiones y nuestros gustos y llama nuestra atención; espera que pase el tiempo y aprendamos de nuestros errores. Si es necesario, también nos perdona.

Jesús es nuestro buen ejemplo. Deja que cada quien viva como quiera y no critiques. No vaya a ser que, con el tiempo, los demás usen la misma medida para criticarte. La vida que más se disfruta es libre de críticas.

 «No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros: y con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes» (Mateo 7:1, 2).

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