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domingo, 8 de marzo de 2015

Matutina de la Mujer: Marzo 8, 2015

Por casualidad, ¿es tuyo el rostro triste?


Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6, 7




Julia es una amiga a quien aprecio mucho. La conocí cuando ella padecía uno de los peoressufrimientos que una mujer pueda sentir: el abandono del hombre que, delante de Dios, había prometido amarla siempre.

Julia se deprimió. Se olvidó de sus hijos y deseó morir. Pero no solo deseaba segar su vida, también planeaba acabar con la de sus hijos. ¿Qué hacer? ¿Qué consuelo ofrecer a una mujer muerta en vida? En esas circunstancias, la familia, los amigos y los miembros de la iglesia juegan un papel vital. ¿Te has encontrado con personas que sufren así? ¿Has identificado el dolor mortal de un alma en peligro? No es fácil hacerlo. Hablé con Julia. Le prometí orar de rodillas temprano en la mañana, y de tarde y de noche. Le dije: “En medio de este dolor, el enemigo no solo reclama tu vida, sino también la vida de tus hijos. Tenemos que buscar ayuda”.

Busqué al capellán de la institución para la que trabajo y le conté la historia de Julia. Junto con el primer anciano de mi iglesia, fuimos a visitarla. Esa tarde cantamos muchos himnos de alabanza en casa de Julia. Oramos pidiendo su liberación. Leimos muchos salmos y promesas maravillosas.  Abrazamos a Julia y le suplicamos al Señor un milagro. Al despedirnos, el capellán le pidió a Julia que confiara y creyera que había sido librada de aquellos pensamientos. “Cree, Julia, que el Señor te ha sanado. Vive en paz. Vive para Dios y para tus hijos. Lee nuevamente sus promesas. El Señor te ha liberado”.

Por supuesto, no hemos descuidado a Julia. Todavía oramos por ella y la buscamos. Por cierto, Julia es una excelente y talentosa profesional, y una madre excepcional.  ¿Hay alguien que sufre cerca de ti? ¿Has observado algún rostro triste a tu alrededor? ¿Es el tuyo, tal
vez, el rostro triste? ¡Que la bondad y la misericordia de Dios nos guíen y capaciten para servir a los necesitados de esta tierral!

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