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lunes, 2 de marzo de 2015

Matutina de Jóvenes: Marzo 2, 2015

Él te está buscando


Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Lucas 15:1, 2.



¿En qué momento se produce la salvación, en forma concreta, en el ser humano? ¿Cuándo empieza el proceso que se transforma en la experiencia de la salvación? ¿De dónde nace la inclinación religiosa, si en realidad naturalmente todos huimos de Dios?

Las palabras de nuestro texto de reflexión fueron pronunciadas por los fariseos, los archienemigos religiosos de Jesús. Estos pretendidos guardianes de la moral se escandalizan porque Jesús, este joven maestro religioso con “ínfulas” de sabiduría espiritual superior e incluso mesiánicas, puede confraternizar libremente con la peor calaña de la sociedad (publicanos, ladrones, rameras, etc.) sin miedo a “contaminarse” moralmente. Él los abraza, los besa, se ríe con sus sanas ocurrencias; participa de su mesa, de su comida , de su afecto. Los fariseos no lo pueden entender ni aceptar. Para ellos, el pecador debe ser rechazado.

Entonces lanzan su crítica contra Jesús; su acusación que sin saberlo ellos y sin quererlo, se transforma en una de las mejor proclamas de su carácter salvador: “Este a los pecadores recibe, y con ellos come”*.

¡Bendito sea Dios, porque no se equivocaron los fariseos! Esto es lo maravilloso: que Jesús “a los pecadores recibe, y con ellos come”. Jesús te recibe a ti como eres, con tus defectos, caídas, miserias y dolores, y quiere “comer” contigo; es decir, compartir tu vida, ser el huésped permanente de tu hogar y de tu existencia, para llenarte de su gracia.

En contestación a esta crítica, Jesús pronuncia tres parábolas sobre la búsqueda: no la búsqueda de Dios por parte del hombre, sino la incesante y apasionada búsqueda que hace Dios del hombre pecador, para que sea salvo. Y remata, en cada caso, con la alegría inmensa que hay en el cielo cuando un ser humano responde al amor redentor de Dios. Sobre esto estaremos reflexionando en los siguientes días. Mientras tanto, confía en el amor de tu Salvador, quien jamás te rechazará cuando lo busques, porque él prometió: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6: 37).

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