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viernes, 13 de febrero de 2015

Matutina de la Mujer: Febrero 13, 2015

Traje nupcial


En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Isaías 61:10



Toda niña sueña con el día de su boda. Toda novia sueña con el vestido que llevará en tan importante ocasión.

Cada año la tienda Filene’s Basement, de Boston, Massachusetts, rebajaba los precios de sus vestidos de novia. Trajes con precio original entre 800 y 9.000 dólares se vendían a 499,99 e incluso a 249 dólares. Unos pocos se vendían a 699,99. Aun este último precio era muy con­veniente para un vestido de novia, cuyo precio original bien puede ser diez veces mayor.

No es de extrañar que cientos de damas de todo el país, y aun del exterior, viajaran todos los años a Boston para beneficiarse de esas rebajas que se celebraron desde 1947 hasta 2011. Unas llegaban antes del amanecer, otras pasaban la noche frente a la tienda, esperando que abrieran a las ocho de la mañana. Debían tener cuidado para no ser atropelladas por la estampida de ansiosas compradoras. En medio del frenesí, todas procuraban encontrar al mejor precio el vestido de sus sueños para su día especial.

Tú y yo formamos parte de la “novia” de Cristo y debemos prepararnos para el día de la boda, cuando venga a buscar a su iglesia. Él mismo nos ofrece el vestido más hermoso. Es un traje fino, de lino blanco, resplan­deciente, que cubre nuestras imperfecciones y nos hace lucir perfectas.

¿Esperas con ansias conseguir tu atuendo de bodas al mejor precio? Esas galas, cuyo precio nunca podríamos pagar, se nos conceden sin costo alguno, por la gracia de Cristo. ¿Increíble? Absolutamente creíble, pues es palabra de Dios mismo: “Venid, comprad sin dinero y sin precio” (Isa. 55:1). No dejes pasar la oportunidad de conseguirlo al mejor precio.

Pero ¿estás dispuesta a madrugar hoy para obtener tu vestido? “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”, dijo el salmista (Sal. 5:3). Con toda seguridad puedo decirte que ese esfuerzo vale le pena. Y no te arrepentirás, puesto que saldrás con la vestimenta que necesitas y sin que nadie le atropelle Humille el proceso.

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