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sábado, 7 de febrero de 2015

Matutina de Jóvenes: Febrero 7, 2015

El camino inverso de la rebelión


No todo el que me dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23.



Nuestro Señor Jesucristo nos da hoy la clave para reconocer la procedencia de algún hecho milagroso. Él reconoce que hay gente que, incluso en su nombre, pero sin pertenecer realmente a él, es capaz de “profetizar”, “echar fuera demonios” y hacer “muchos milagros” (hechos sobrenaturales, sin explicación científica, como sanar enfermos, proveer de manera sobrenatural a las necesidades humanas, salvar de accidentes, “comunicarse con los muertos”, etc.). Pero nuestro Señor no los reconoce como suyos, porque no hicieron la voluntad de Dios. En otras palabras, no se ha quebrantado en ellos el principio de la rebelión: no viven en armonía con la voluntad divina, ni enseñan a otros a hacerlo. Por el contrario, siguen fomentando, en sí mismos y en otros, el principio de la autonomía, de la desobediencia, que llevó a Satanás a establecer en nuestro mundo el “terrible experimento de la rebelión”.

Por eso, la única fuente segura de lo milagroso es aquella que, por encima de las soluciones terrenales, nos hace desandar el camino de la rebelión para ponernos en armonía con Dios, con su amor, con su voluntad, con los principios eternos del amor abnegado, de la obediencia voluntaria y alegre a los mandamientos de Dios; que nos conecta con Dios, que nos hace confiar en él (a esto llamamos fe) y nos separa del mal, de la rebelión; que procura purificarnos, elevarnos y ennoblecernos moralmente, para volver a asemejarnos cada vez más a Dios.

¿Qué camino prefieres? ¿Qué es lo más importante para ti? ¿Tener resuelta toda tu vida terrenal, sin importar en manos de quién colocas tu alma y tu destino; o, más allá de lo que suceda con las circunstancias de tu vida, prefieres ante todo vivir en armonía con Dios, su amor, su bondad y su voluntad, que siempre tiene como objetivo tu verdadera felicidad?

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