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jueves, 5 de febrero de 2015

Matutina de Adultos: Febrero 5, 2015

Una espada de dos filos


«Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de las persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón». (Hebreos 4: 12, RVC)



El pastor Javier Moliner tuvo una conversión prodigiosa. Era sargento primero del ejército del aire, piloto de helicópteros e instructor de tropa en un destacamento militar de Sevilla. Allí conoció a dos soldados adventistas que leían la Biblia, pretendían guardar el sábado y daban testimonio de su fe. Tratando de mantener en su unidad la disciplina militar, se opuso abiertamente a los dos jóvenes y les hizo la vida imposible con arrestos, persecuciones y humillaciones. El suboficial Moliner era un hombre soez, bebedor, violento y profano, pero había en él un recóndito sentimiento de admiración por aquellos chicos que, en medio de semejante hostilidad, se mantenían fieles a sus principios. Un día, uno de los soldados adventistas, habló con él de la Biblia y Moliner fue impresionado por el Espíritu Santo, de forma que en un viaje a Sagunto, su ciudad natal, entro en contacto con Francisco Doménech, profesor del colegio adventista local, quien lo instruyó en las principales enseñanzas de la Biblia. Javier Moliner y su esposa se convirtieron al evangelio. Él dejó el ejército, estudió el curso ministerial y cambió la milicia por el ministerio pastoral. Su espíritu había sido penetrado, transformado por “la espada de dos filos”.

La Biblia es el libro de la historia de la salvación en la que Dios está comprometido a resolver el problema del pecado en este mundo. La Biblia presenta un extenso repertorio de las acciones de Dios obrando en la transformación de los efectos del pecado en el ser humano. Esta transformación es la concatenación de los tres agentes implicados en el proceso de la revelación: primeramente, Dios, el Autor de la Biblia que ha convertido el texto literario humano en un encuentro con su propia Palabra; en segundo lugar, el Espíritu Santo, cuya influencia positiva obra en el espíritu del lector, convenciéndole de pecado, de justicia y de juicio; y en tercer lugar, el hombre en el ejercito de su libertad incuestionable, escudriñando las Escrituras, recibiendo la Biblia como Palabra de Dios, aceptando su autoridad soberana y poniendo en práctica sus preceptos.

Elena White dice: «Esta palabra imparte poder; engendra vida. […] Transforma la naturaleza y vuelve a crear el alma a la imagen de Dios» (La educación, pág. 122).

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