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domingo, 15 de febrero de 2015

Matutina de Adultos: Febrero 15, 2015

La creación de los cielos y la tierra


«En el principio creó Dios los cielos y la tierra». (Génesis 1: 1)



Este primer versículo es como un preámbulo o título del relato de la semana en la que Dios hizo posible la vida en el planeta Tierra: «En el principio creó Dios…». Es la indicación de un hecho positivo que comprende todo lo que sigue: Dios creó, produjo la materia primera y universal de la cual han sido sacados los cielos y la tierra. De este modo se niega, ante todo, la existencia independiente de esta materia que, en todos los sistemas cosmogónicos de la antigüedad, se consideraba eternamente coexistente con la divinidad.

La palabra bereschith, ´en el principio´, no está seguida aquí, como ocurre de ordinario, de un complemento porque designa el comienzo absoluto, como en Juan 1: 1. Es el comienzo del tiempo, así como de todos los seres que se desarrollan en él, los seres finitos. En cuanto al verbo bara, ´creó´, significa originalmente ´cortar´, y no implica necesariamente, como nuestra palabra ‘Crear’, la ausencia de una materia ya existente, se utiliza otra forma verbal y tiene por sujeto a un ser humano y por complemento la materia misma en la cual se ejerce el trabajo, mientras que en la forma empleada aquí, tiene siempre como sujeto a Dios y por complemento la palabra que designa el resultado de la acción cumplida. Puesto en relación con la idea del principio absoluto, como ocurre en el versículo de hoy, la acción verbal de bara no puede significar otra cosa que la formación misma inicial de la materia. Por último, la expresión “los cielos y la tierra” designa siempre en el Antiguo Testamento al universo en su totalidad. Por consiguiente, el primer versículo de la Escritura afirma categóricamente que Dios creó el universo.

Pero hoy es demasiado fácil dudar de que Dios creara los cielos y la tierra. Casi no se le menciona entre la gente. Además, cuanto más grande son las obras del ser humano menos se aprecian los prodigios divinos. Incluso, por momentos, la desafiante retórica actual se parece a la de los constructores de la torre de Babel, quienes creyeron que sus avances tecnológicos los facultaban para contender con el Padre celestial.

Pero hay un Dios en los cielos… cuando el mundo niega su poder creador. Ahí está él, dispuesto a intervenir en la vida de los seres humanos cuando estos pretenden desafiar su autoridad, como sucedió en la construcción de la torre de Babel.

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