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lunes, 5 de enero de 2015

Matutina de la Mujer: Enero 5, 2015

Eres un ser especial


Antes que formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Jeremías 1:5



Cuánta seguridad invade nuestra alma cuando sabemos que Dios no solo nos elige, sino también nos santifica para un propósito especial. Alguien mencionó una vez que la mayoría de la gente no tiene éxito porque no sabe en qué quiere tenerlo. Al no tener un sentido de destino, cualquier camino le viene bien y, lo que es peor, nunca sabe cuándo ha llegado al puerto anhelado, ya que desconoce cuál es.

Mujer, Dios no utilizó un horno instantáneo para crearte. Él se tomó su tiempo; y mientras formaba cada célula, cada tejido y cada órgano, él meditaba en el propósito que tenía para darte la existencia.

Dios te eligió a ti, ¡sí, a ti! Pobre, insignificante, tímida y sencilla, pero con un lugar especial en el corazón de tu Creador. Tu valor no depende de un hombre, de una posición, de un trabajo, ni siquiera de una familia. Tu valor te lo otorgó Dios. Un billete de cien dólares puede ser pisoteado, arrugado, mojado y hasta roto, pero jamás ese proceso lo convertirá en un billete de un dólar. Probablemente la vida te haya pisoteado, arrugado y mojado, y tu corazón esté roto de dolor. Sin embargo, eso no te quita tu valor ni como persona ni como una hija del Rey del universo.

De manera que… respira profundo, mira hacia al cielo y levántate como el águila; porque cuando estás en el fondo, la única salida está arriba. Si piensas que tus fuerzas están agotadas, te invito a reflexionar en estas líneas escritas por Teresa de Calcuta: “Sigue, aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. Pero ¡nunca te detengas”.

Mujer, hermana, nunca olvides que eres un ser especial y que no existe otra en el mundo que pueda tomar tu lugar. Vístete de coraje, de paciencia y, sobre todo, de oración; y llegarás a puerto seguro.

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