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lunes, 19 de enero de 2015

Matutina de la Mujer: Enero 19, 2015

Miestras respiremos hay esperanza


Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Tito 2:13



Noemi Gil Gálvez, en Conéctate con Jesús, el devocional para menores de 2010, en la página 103, define la esperanza de la siguiente manera: “La palabra ‘esperanza’ deriva del verbo ‘esperar’, que significa confiar en que algo sucederá. Es vivir con la ilusión de que lo que deseamos se hará realidad. Es confiar y avanzar hasta alcanzar lo que nos proponemos”.

 Hace unos meses me uní a un grupo de apoyo espiritual de la Fundación Esperanza de Vida para niños con cáncer. Allí escogemos un valor, lo estudiamos en la Biblia con las madres de los niños, y luego lo discutimos sobre la base de los principios cristianos. A causa de que el nombre de la institución incluye la palabra “esperanza”, decidimos comenzar con este valor, a fin de ayudarlas a desarrollar y fortalecer la esperanza individualmente, y que así ellas pudieran enseñarla y transmitirla a sus hijos. Estudiamos durante siete viernes consecutivos, y nuestra confianza espiritual creció con la certeza de que Jesucristo es nuestra mayor Esperanza.

 Dos de los adolescentes internos se unieron al grupo de madres. El conocimiento de la bendita esperanza en la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador transformó su vida. Aunque continúan con sus tratamientos, viven con el anhelo de que algún día serán sanados, y esto los ayuda a avanzar confiados y optimistas.

 Ellos han podido transmitir a otros esta esperanza. Un viernes llegó una adolescente nueva con un tumor cerebral y metástasis en la médula espinal. Su madre estaba muy triste, pero ellos hablaron con ella y nos solicitaron unirnos en oración por su caso.

 Las madres han aprendido a leer la Biblia. Observan, interpretan y aplican a su vida cada versículo que estudian. Algunas demuestran convicción y fe, en medio de sus problemas y de su dolor y tristeza por la enfermedad de sus hijos. Abrigan la esperanza de un mundo mejor donde no habrá muerte, tristeza, ni dolor, porque estaremos siempre con Jesús.

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