Matutina de la Mujer: Enero 1, 2015

Me encuentra quien temprano me busca

Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.

Proverbios 8:17

Aprendí a buscar a Dios cada mañana, cuando aún duerme el resto de la familia. Podría decir: ¡cuando casi todo el pueblo todavía duerme!
Gracias a esta búsqueda temprana de Dios, pude superar la depresión que me azotaba en un período de mi vida.

¡Qué terrible es estar deprimida! Cuando los problemas y las dificultades golpean nuestra puerta, olas de pensamientos oscuros nos cubren y nos ahogan, sin que una mano humana pueda ayudarnos. Es entonces cuando podemos buscar con mayor ansia la compañía divina.

Sola, en mi comunión con Dios, recibo fuerzas para enfrentar el afán de cada día. Debo hacerlo cada mañana porque Dios da fuerzas para un día a la vez y a medida para las cargas de ese día. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:34).

Mediante la lectura de esta devoción matinal, y el estudio de la Biblia  y de los libros inspirados preparados para nuestro alimento espiritual, así como de las lecciones de Escuela Sabática, Dios da respuesta y solución a cada inquietud, dolor o ansiedad. Nos fortalece para el día. Nos capacita para cada desafío. “Se coloca a nuestro lado y nos acompaña durante el día de labor.

Mi oración es: “Gracias, Señor, mi Dios, porque te encuentro cada mañana cuando, desde mi rincón sagrado, te rindo culto, y recibo tu dirección y las bendiciones para cada día”.

Hermanas, dediquemos un tiempo especial cada día, temprano en la mañana, para encontrarnos con Dios. Antes del amanecer, antes del trabajo, antes de la escuela, antes de comenzar las labores del hogar, busquemos a Dios, y su dirección y bendición. Esto marcará una gran diferencia. Los obstáculos y las tentaciones serán enfrentados y solucionados de manera victoriosa en Jesús, quien nos dirigirá y guiará en todos nuestros esfuerzos, incertidumbres y afanes del día.

Decide apartar cada mañana tiempo para comulgar con Dios. ¡Él te espera!