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martes, 27 de enero de 2015

Matutina de Jóvenes: Enero 27, 2015

Un templo de verdades históricas


Tu palabra [la palabra de Dios] es verdad. Juan 17:17.



El clima de escepticismo hacia la religión judeocristiana que se generó durante la Modernidad ha venido cuestionando la veracidad histórica de la Biblia, especialmente desde la aparición de la Alta Crítica. Gracias, entre otras cosas, a esta influencia, la mayor parte de la gente cree que la Biblia es un libro de carácter mitológico, que sus relatos son historias que solo tienen un carácter simbólico pero no real.

Pero, a partir de principios del siglo XIX, con el descubrimiento de la Piedra Roseta por parte del ejército de Napoleón Bonaparte, y su posterior desciframiento por parte de Juan Francisco Champollion (1822), nace la Arqueología como ciencia. A partir de ese momento, se empieza a realizar una cantidad de exploraciones en toda la región geográfica perteneciente a las civilizaciones de la Antigüedad que ha dado como resultado una “resurrección del Mundo Antiguo”. Uno tras otro, se han realizado muchos descubrimientos arqueológicos que han demostrado la veracidad y la exactitud histórica del registro bíblico.*

Uno de esos descubrimientos tiene que ver con la mención, en el libro de Daniel, de Belsasar como el gobernante de Babilonia en el momento de su caída, por parte de los Medo-Persas (539 a.C.). En ningún registro de los historiadores antiguos figuraba este nombre entre los reyes de Babilonia. Según ellos, el rey que gobernaba Babilonia en ese momento era Nabonido. El registro bíblico parecía desacreditado.

Sin embargo, a mediados del siglo XIX, se realizó una serie de excavaciones en el Templo de la Luna de Ur de los Caldeos, que llevó varias décadas de acumulación de material escrito en tablillas de arcilla de escritura cuneiforme, en las cuales se menciona a un tal Bel-shar-utsur (Belsasar) como hijo de Nabonido, nombrado junto con su padre en un juramento, y que aclaran que Nabonido se trasladó a la ciudad de Tema, en Arabia, y que confió el reinado a su hijo Bel-shar-utsur.

La Biblia es un libro serio, un templo de verdades históricas y de todo tipo. Su veracidad histórica no es prueba de su inspiración, pero sí nos dice que es un libro que merece ser tomado en serio. ¿Lo harás tú?

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