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sábado, 17 de enero de 2015

Matutina de Jóvenes: Enero 17, 2015

Una maravillosa obra de ingeniería biológica-II


Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. Salmo 139:16.



David dice algo muy interesante en este Salmo: Dios tenía anotadas en su libro todas las cosas que luego fueron formadas en su cuerpo en la etapa embrionaria.
Es decir, esa formación responde a un diseño divino.

Sabemos que un bebé se forma por la unión del esperma del padre y el óvulo de la madre. Ambos contienen el ADN (ácido desoxirribonucleico), todo un “centro de control maestro”. Este ADN, que es una sustancia microscópica, contiene la información proveniente de los progenitores, con sus características personales, y aun las de los ancestros. Al unirse el esperma con el óvulo, se formará el llamado “huevo”, o “cigoto”, con un nuevo y exclusivo ADN, resultado de la fusión o intercambio de información genética de ambos padres.

Según los científicos, este nuevo ADN, o “centro de control maestro”, contiene seis mil millones de órdenes que empezará a dar a ese cigoto para que comience el proceso de la división celular, y vaya formando cada una de las células diferenciadas, los órganos y los sistemas que compondrán ese cuerpecito en formación; en definitiva, los miles de componentes grandes y pequeños que hacen al cuerpo humano, y que le permitirán funcionar y ser un individuo único e irrepetible.

Nos dicen también los científicos que, si pudiéramos “decodificar”, o interpretar, esas órdenes que el ADN le da a ese organismo en formación, podríamos, si los avances científicos lo permitieran, obtener una especie de “foto” de cómo será ese ser al llegar a la vida adulta.

¿No es esto una maravilla? ¿No nos habla a gritos que tiene que haber un Diseñador que ideó el complejo y perfecto mecanismo de la reproducción? Todo esto y mucho más son evidencias de que no somos producto de un accidente cósmico, de la casualidad, sino que un Ser infinito en inteligencia y amor nos creó de manera racional y planificada. ¿No crees, como David, que Dios merece tu alabanza y adoración?

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