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martes, 13 de enero de 2015

Matutina de Jóvenes: Enero 13, 2015

Las "huellas de Dios"


Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Romanos 1:19, 20.



En un camino nevado, al ver las huellas que dejan los animales, el hombre o algún vehículo, podemos concluir con total certeza que alguien o algo pasó por allí. No podemos, si somos inteligentes y razonables, por mucho que nos jactemos de esto, concluir que esas huellas se produjeron solas, como producto del azar. El efecto (las huellas) nos señala, con total seguridad, que hubo una causa eficiente que lo produjo (el paso del animal, del hombre o del vehículo por ese lugar).

Lo mismo sucede con las obras tecnológicas creadas por el hombre: tantas y tantas obras de la ingeniería y la inteligencia humanas que nos asombran por su organización, su complejidad y la cantidad de funciones que pueden cumplir. Nadie, en su sano juicio, y con un mínimo de inteligencia, podría afirmar que estos aparatos se fabricaron solos; que llegaron al mundo por azar; que sus numerosísimas piezas constitutivas -cada una de las cuales encierra en sí toda una complejidad y organización- llegaron a la existencia por un capricho de la naturaleza, mediante un lento proceso evolutivo en el que cada uno de sus componentes se fue uniendo fortuitamente el uno con el otro.

Con mucha más razón, la grandeza, la organización precisa, la complejidad, la perfección y la belleza de la naturaleza, del cosmos, del mundo en que vivimos, dan evidencias, pistas o “huellas” de la presencia de un Creador, de un gran ingeniero cósmico, de un gran artista maestro. La racionalidad, el diseño, la hermosura de la naturaleza, parecen decirnos a gritos: “Dios pasó por aquí”.

No, no puedes “probar” que Dios existe; pero puedes ver su mano poderosa, sabia y amante en el mundo en el que vives y, lo que es más importante, en esa maravilla viviente que es tu propio cuerpo, que eres tú mismo. Tu propia existencia es una evidencia de la existencia de Dios. ¿Por qué no pruebas hoy relacionarte con ese ser maravilloso que te ha creado de una manera admirable para que seas feliz?

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