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miércoles, 7 de enero de 2015

Matutina de Adultos: Enero 7, 2015

¿Qué necesito para creer que él existe?


“Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que le buscan” (Hebreos 11:6)



En los años de posguerra, los estudiantes del Seminario Adventista de Madrid nos abastecíamos de Biblias y literaturas religiosas en la librería clandestina de una iglesia evangélica. El pastor era alemán y compartía su ministerio con el consulado de su país en Madrid. Un día me habló de un libro muy interesante titulado A Dios por la ciencia, que compré esperando encontrar en él pruebas científicas de la existencia de Dios, pero la verdad es que fue decepcionarte. No, no las había, los científicos creyentes no lo habían podido demostrar… pero hay miles de evidencias. En efecto, más de cincuenta años después, los grandes avances de la ciencia han demostrado que el macro universo de lo infinitamente grande, así como el micro universo de lo infinitamente pequeño, son una obra de diseño. Ariel A. Roth, en LA ciencia descubre a Dios, pregunta a los científicos cómo es posible que ese diseño inteligente que se descubre en la naturaleza pueda ser el resultado del azar y no de la obra de un Diseñador, el Dios creador de la Biblia.

            El calor y la luz que nos vienen del sol, la formación del carbono en las moléculas orgánicas de los seres vivos, el aire que respiramos, todos los equilibrios que posibilitan la vida en nuestro planeta son una evidencia incontrovertible de que el universo ha sido diseñado para nuestro beneficio, hecho a la medida del hombre, como dice Génesis. ¡Sí hay un Dios en los cielos!

¿Pero hasta dónde necesitamos “pruebas” para creer en la presencia del Padre celestial? ¿Qué clase de testimonios necesitamos para creer que hay un Dios en los cielos? Seguramente, el joven Daniel tuvo que enfrentar dichas preguntas durante sus años de estudio en las escuelas caldeas. En más de una ocasión tuvo que escuchar a maestros y sabios que negaban los principios bíblicos que había aprendido desde niño. No obstante, él sabía en quién había creído. No tenía ninguna duda de que había un Dios en los cielos que vigilaba su camino en aquellas lejanas tierras. Su lealtad a Dios y su dedicación al estudio lo prepararon para convertirse en uno de los profetas más importantes del Antiguo Testamento.

Este día el Padre celestial quiere revelarte una faceta de su amor. Dispón tu corazón para descubrirlo y reconocer que ¡hay un Dios en los cielos! Él te recompensará.

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