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domingo, 4 de enero de 2015

Matutina de Adultos: Enero 4, 2015

Dios es mi Juez


“Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos y se sentó un Anciano de días […]. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; miles de miles lo servían, y millones de millones estaban delante de él. El juez se sentó y los libros fueron abiertos” (Daniel 7:9-10)



¿Alguna vez has tenido miedo al pensar en el juicio de Dios? En realidad, no resulta fácil entender el concepto bíblico del juicio. Por lo general, se piensa en este evento como algo negativo.
Sin embargo, si es un elemento vinculado a las acciones del Padre celestial, no puede ser algo malo. Al contrario, tiene que haber propósito santo, justo y bueno, tal como se revela el carácter de Dios en las Sagradas Escrituras.

En tema del juicio es recurrente a lo largo del libro de Daniel. El nombre del autor, Daniel, significa ‘Dios es mi Juez’ y, en la resolución final de cada crisis vivida por el protagonista del libro y sus amigos, así como en los eventos finales de cada visión profética, Dios interviene en un acto de juicio que vindica a sus hijos y dicta sentencia contra sus enemigos.

Cada uno de los capítulos del libro de Daniel hay una referencia al tema del juicio. Es así como se presenta diversas escenas donde se conserva un juicio, por ejemplo cuando se juzga la filosofía de la falsa y la verdadera educación entre los estudiantes hebreos y el resto de los jóvenes. ¿Qué los hace más inteligentes? ¿Por qué son muchachos destacados en la escuela? Vinculado a esto está el juicio sobre el régimen alimentario saludable y el dañino. Los caldeos creen que su alimentación es la mejor, pero Daniel y sus compañeros han decido seguir un estilo de vida distinto, y eso los conduce a aprovechar mejor el aprendizaje.

El tema del juicio aparece también al evaluar los reinos de este mundo –que son temporales y frágiles- y el reino de Dios – que es firme y eterno, la falsa y la verdadera adoración, la conducta soberbia y orgullosa del rey Nabucodonosor, así como el acto sacrílego del rey Belsasar, entre otros. El desenlace final de la historia de este mundo y de los hijos de Dios lo determina la providencia divinidad. Mediante un acto de juicio, su voluntad soberana dice la última palabra y consuma la historia.

Pero hay un Dios en los cielos… que es el verdadero Juez de nuestra acciones. No hay por qué tener sus juicios, ya que su naturaleza revela que es misericordioso.

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