Buscar...

miércoles, 28 de enero de 2015

Matutina de Adultos: Enero 28, 2015

Del Dios escondido al Dios de la Biblia


«Verdaderamente tú eres Dios que te ocultas, Dios de Israel, que salvas».(Isaías 45: 15)



 Durante la liturgia de la Semana Santa, en las iglesias católicas, las imágines de los santos se cubren con un velo morado. El propósito de esta acción pascual es eclipsar todo acto de culto para resaltar el del Redentor en los días de su Pasión. También en los antiguos templos griegos se practicaba este rito; pues bien, al acto de retirar el velo que tapaba la imagen del dios, se le llamaba “apocalipsis” (del verbo griego apokalypto, descubrir, desvelar o revelar algo que está oculto). Más tarde, ya en época cristiana, el término se aplicó de manera general a la revelación divina.

Dios es, por definición, inaccesible al hombre. La omnipotencia divina, su eternidad, su perfección absoluta son, por esencia, inconcebibles para nuestra limitada inteligencia. Dios se oculta, habita en un espacio inaccesible, y a quien nadie ha visto (Isaías 45: 15; 1 Timoteo 6: 16; Juan 1: 18). Por consiguiente, el hombre necesita que Dios se revele a él, necesita que se haga accesible, que Dios le muestre el medio, el camino para recuperar la comunicación y la compresión de Dios.

Él ha querido revelarse, quitar el velo que le ocultaba de los hombres y lo ha hecho, en primer lugar, por medio de la naturaleza y de la conciencia, revelaciones primitivas, universales y permanentes que manifiestan algunas de sus perfecciones invisibles (Romanos 1: 20; 2: 14-16). Pero naturaleza y conciencia, con el desarrollo del mal en el mundo, se ha hecho insuficientes. El pecado ha manchado la obra perfecta de la Creación y ha oscurecido la conciencia humana. Por ello el hombre ha necesitado una revelación de naturaleza diferente, superior, inconfundible, inequívoca. Esa revelación ha sido Jesucristo, Dios encarnado, que funde la doble naturaleza divino-humano, haciendo la hipótesis de ambas en una sola persona que une lo humano y lo divino como nunca antes lo fueron.

Y entre las revelaciones primitivas y la revelación superior, existen una serie de revelaciones que son las que Dios concedió a Israel a través del profetismo y las que se dieron en la iglesia primitiva a través de los apóstoles. A estas revelaciones intermedias llamamos Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios. Revelación escrita en la que Dios condesciende a hacerse palabra humana, historia, texto escrito, un referente de cualquier conocimiento relacionado con Dios, el Salvador, la iglesia, sus doctrinas, la redención de la humanidad y la consumación de todas las cosas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario