Buscar...

lunes, 15 de diciembre de 2014

Matutina de Menores: Diciembre 15, 2014

Un canto nuevo


«Hizo brotar de mis labios un nuevo canto, un canto de alabanza a Dios» (Salmo 40: 3)



En el pequeño pueblito alpino de Oberndorf, cerca de Salzburgo, en Austria, llevaba veinticuatro horas nevando cuando Franz Gruber, el maestro de la escuela del pueblo, fue a visitar al padre Josef.

-El órgano de la iglesia está roto y no sé cómo arreglarlo para que esté listo para el programa de Navidad de esta noche —dijo—. El coro de niños no podrá cantar los antiguos villancicos sin la música del órgano.

—Si no pueden cantar los antiguos villancicos sin el órgano —sugirió el animoso sacerdote— entonces enseñémosles un canto nuevo. Justo esta tarde, mientras observaba cómo caían los copos de nieve, escribí esta letra.

El sacerdote entregó al maestro una copia de su poema:

«Noche de paz, noche de amor,

todo duerme en derredor.

Entre los astros que esparcen su luz,

bella anunciando al niñito Jesús

brilla la estrella de paz».

Franz leyó en silencio.

—Padre Josef, esta letra se canta sola. Me voy a casa a escribir la melodía antes de que se me escape.

Esa noche, Franz Gruber, el padre Josef y el coro de niños cantaron lo que algún día llegaría a ser el villancico más querido en todo el mundo, «Noche de paz». Si no se hubiese roto el órgano de la iglesia de Obemdorf ese día cargado de nieve de 1818, nunca se habría escrito ese sencillo pero genial villancico, y varias generaciones de cristianos se habrían perdido su bendición.

Dios prometió darnos una nueva canción a cada uno para que la cantemos. A veces, tal como sucedió con Franz Gruber y Josef Mohr, tenemos que sufrir algún tipo de dificultad o decepción antes de estar preparados para escuchar y apreciar esa canción.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario