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lunes, 15 de diciembre de 2014

Matutina de la Mujer: Diciembre 15, 2014

Una muralla de amor


“Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar”. Nehemías 4:6.



Dios nos ha encomendado la tarea más delicada en esta tierra: ser madres, protectoras, maestras y guías de nuestros hijos. No es fácil construir vidas si la nuestra propia está a medio terminar. Por eso, día a día, debemos no solo ayudar a nuestros hijos a construir la suya, sino terminar de construir la nuestra.

Como madres, podemos ser una influencia poderosa para nuestros hijos si nuestra relación con Dios diseña esa influencia. Tal vez no estemos siendo la influencia que el Señor quiere que seamos, o estemos desanimando a nuestros hijos con un carácter áspero e impaciente, o los tratemos con ira u hostilidad, o no hacemos el tiempo suficiente para sentarnos a escuchados y dialogar con ellos.

Quizá la vorágine de la vida nos supere, el tiempo nos gane, las preocupaciones nos desborden y el estrés nos agote física, mental, emocional y espiritualmente. Nos damos cuenta de que estamos perdiendo la batalla; nos sentimos débiles y sin fuerzas para continuar, pero ahí está el Señor que nos hace crecer y enfrentar el desafío, y nos recompensa con bendiciones.

El secreto del éxito está en la Palabra de Dios. Todo lo que necesitamos es dejarnos guiar por el Señor. Nuestro corazón rebosa de amor cuando contemplamos a nuestros hijos crecer sanos y felices. Sufrimos cuando vemos que se desmotivan o desorientan… y la causa, muchas veces, somos sus propios padres. El desafío consiste en crear un ambiente donde nuestras criaturas se sientan amadas, respetadas, valoradas y, que por encima de las influencias que el mundo les ofrece, sientan que nuestro amor los conduce a una vida mejor.

Nuestros hijos deberían ser las primeras estrellas de nuestra corona. Ellos deben ver en nosotros un referente que los conduzca a Dios. Han nacido para brillar y dar luz pero cuando son niños o jóvenes no tienen luz propia, reflejan la del hogar. Y aquí la madre juega un papel esencial. Amiga, construyamos un hogar cuyas murallas de amor protejan a nuestros hijos de los ataques del exterior. Así el enemigo no tendrá cómo vencerlos.

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