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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Matutina de Menores: Diciembre 10, 2014

RECOMPENSAS JUNTAS


«Los que viven saben que han de morir, pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, porque se les echa al olvido. Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo» (Eclesiastés 9: 5, 6)



Son pocas las personas que saben que Alfred Nobel, ingeniero y químico sueco, inventó la dinamita. En vez de tener renombre mundial por su invento, recordamos a Nobel por los premios que se crearon después de su muerte. En su testamento indicó que se creara el prestigioso Premio Nobel para honrar a las personas que han impulsado los avances más importantes a favor de la humanidad en el campo de la ciencia, la literatura y la política durante el período de un año.

Ninguno de los ganadores del Premio Nobel de la Paz puede agradecerle da Alfred por su regalo, o por haber sido elegido para recibir el premio. Él nunca asistirá al banquete, ni verá su foto en el periódico, porque está muerto. Hay programas de televisión y películas de Hollywood que nos hacen creer que los muertos observan y disfrutan lo que les está sucediendo a sus seres amados que continúan viviendo. Aunque esta fantasía puede atraer a algunas personas, no es el plan de Dios.

La Biblia nos enseña claramente que los muertos no saben nada. Están durmiendo bajo la tierra hasta que Jesús regrese para llevarnos al hogar celestial. Entonces, y solamente entonces, serán resucitados los muertos y los justos serán llevados al cielo para vivir con Jesús para siempre.

El señor Nobel no puede disfrutar el bien que hacen sus premios. No puede celebrar con los finalistas. No puede conocer las invenciones de los finalistas, ni sus aportaciones a la sociedad. Sin embargo, llegará el día en que las acciones buenas hechas con fe serán recompensadas. Ese día serán contestadas todas las preguntas y resueltos todos los misterios. Y Alfred Nobel también estará allí, junto a ti y a mí, para recibir su justa recompensa, bien para vida eterna o para muerte eterna. Eso solo Dios lo sabe.

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