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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Matutina de la Mujer: Diciembre 10, 2014

Una oración de fe


“Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos”. Romanos 15:1



La situación se complicaba. Mi esposo había tenido que aban¬donar la licenciatura en literatura, por problemas de salud, y fue despedido de su trabajo por guardar el sábado. Además, estábamos esperando nuestra segunda hija.

En esos días, después de orar incesantemente, lo llamaron del hospital donde yo trabajaba. Allí, logró el sábado libre, además del favor de todos los médicos y compañeros. Aunque no era el trabajo de sus sueños, lo hacía con amor, las enfermeras y los médicos comenzaron a instado para que hiciera la carrera de Enfermería o la de Auxiliar de Enfermería. Él se decidió por esta última para terminar rápidamente, y luego completar la universitaria.

Comenzó a hacer los trámites para inscribirse. Por supuesto, oramos, pero comenzaron a aparecer inconvenientes que desanimaron a mi esposo. Yo no sabía cómo hacer para que no perdiera la fe. Hablamos del tema y él me respondió que Dios se había olvidado de él. En ese momento lo invité a elevar una oración. Él repitió una plegaria aprendida cuando aceptó el adventismo. Sintiendo que “algo faltaba, comencé a orar: “Señor, mi esposo tiene dudas de que tú estés al mando de nuestras vidas, que tengas cada cosa calculada y te intereses por tu pueblo. Yo no sé si mi esposo podrá terminar el curso por su salud, pero te pido que le muestres que tú oyes las oraciones de tus hijos y las contestas. Abre las puertas de este curso y muéstrale que también eres Señor del día de reposo. Premia. Señor, la fe de tu humilde sierva”.

Al otro día lo llamaron para que comenzara el curso, porque su legajo era excelente, y la escuela contemplaría las inasistencias del sábado. El Señor premió mi fe para demostrarle a él que Jehová es nuestro Dios.

A los tres meses, tuvo que dejar el curso porque su salud no le permitió sostener la carga horaria. El Señor sabía que él no podría, pero no tuvo en poco enseñarle una lección de fe. A veces, los débiles en la fe están más cerca de lo que imaginamos, por lo tanto los que hemos recibido la gracia de ser más fuertes debemos soportar las flaquezas de los más débiles y confortarlos.

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