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viernes, 5 de diciembre de 2014

Matutina de la Mujer: Diciembre 5, 2014

Una en un millón (Parte 1)


“Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides”. Deuteronomio 31:8



Corría 1996, cuando mi esposo, joven, muy joven comenzó a sentir los primeros síntomas de una cruel enfermedad Todavía resuena en mis oídos el eco de aquellas palabras del médico: “Creo no estar equivocado; quisiera estarlo. Esta es una enfermedad que no se da en personas jóvenes, y si sucede la probabilidad es de ‘una en un millón’ “. ¡Me sentí desfallecer!

Poco después fuimos trasladados a servir al Señor en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y otra vez comenzó nuestra peregrinación por diferentes consultorios médicos. Mi esposo se sometió a innumerables estudios complejos, tal vez porque inconscientemente no queríamos aceptar el diagnóstico de aquel médico que nos habló con toda sinceridad. Dudamos, pues era un médico casi a punto de jubilarse y desconfiamos de sus conocimientos y experiencia.

Deambulamos por diferentes clínicas hasta que un experimentado médico nos dio el diagnóstico final: Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa, la misma que meses antes nos había anunciado el médico anterior. El mundo se me vino encima y mi madre ya no ataba a mi lado para apoyarme en ella y buscar su consuelo. ¡Qué desolada me sentía! Antes de partir, mamá me había dejado una gran herencia, la mejor de todas. Su legado no era material sino de fe y confianza, lo que me sostuvo y me llevó a poner todo en manos de nuestro Padre celestial, que nunca nos abandona. De él tomaría yo pequeñas porciones de fe, confianza y ánimo cada día para empezar a vivir la cruda realidad que no estaba preparada para enfrentar.

Fue terrible para mí y para las jóvenes e inexpertas vidas de mis hijos, que también necesitaban de esa fortaleza y debían echar mano de esa herencia para sobrevivir. Aferrados a Dios, aprendimos a transitar un día a la vez.

Querida amiga, Dios, tan solo Dios, todopoderoso y omnipotente, puede darte las fuerzas que necesitas para afrontar cada día de tu vida. Solo deja que Dios sea Dios en tu vicia, a pesar de las circunstancias más crueles y adversas. Él ha prometido ir delante de ti, junto a ti y detrás de ti, “no temas ni te intimides”.

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