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jueves, 4 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 4, 2014

Renacer de las cenizas -2


Sanaré tus heridas, dice Jehová. Jeremías 30:17.



La cicatrización es algo maravilloso, ya sea para el cuerpo humano o para la iglesia; de hecho, a veces, el cuerpo sanado es más fuerte que antes. Así sería para el adventismo, con sede en su nueva ubicación alejada de la influencia de Kellogg, de Jones, y de sus enseñanzas disidentes y sus métodos divisorios.

Los años siguientes vieron el establecimiento de un nuevo centro de operaciones justo dentro del límite de la ciudad de Washington. Los dirigentes de la iglesia no solo establecieron la sede de la Asociación General y la Review and Herald Publishing Association en el distrito de Columbia, sino además, a unos tres kilómetros por la ruta de Takoma Park, Maryland, construyeron el Sanatorio Washington y el Colegio de Capacitación Washington. Esta última institución fue rebautizada en 1907 como Seminario Washington para las Misiones Extranjeras. De modo que la nueva sede pronto lució toda una colección de instituciones adventistas típicas.

Washington, D.C. y Takoma Park continuaron siendo la sede del adventismo mundial durante casi nueve décadas. La Review and Herald Publishing Association, con el tiempo, se trasladó a Hagerstown, Maryland, entre 1982 y 1983, y las oficinas de la Asociación General se trasladaron a Silver Spring, Maryland, en 1989. El sanatorio y el colegio han permanecido en sus ubicaciones originales. Al primero ahora se lo conoce como Hospital Adventista de Washington; y el último, como el Columbia Union College.

La escisión de Battle Creek trajo consigo un cambio importante en el programa médico adventista; y esta vez el enérgico Kellogg no estaba al mando.

El primer aspecto de la nueva obra médica adventista consistió en una nueva generación de sanatorios adventistas. El punto focal de las actividades médicas pasó de Míchigan al sur de California.

Elena de White había comenzado a orientarse hacia California en 1902, incluso antes de que la dificultad de Kellogg alcanzara un nivel crítico. Dios, escribió, “está preparando el camino para que nuestro pueblo logre la posesión, a bajo costo, de propiedades en las que hay edificios que pueden utilizarse en nuestra obra” (Carta 153, 1902), antes que una “institución gigantesca” (TI 7: 96). Elena de White aconsejó que la iglesia estableciera muchos sanatorios más pequeños en diferentes lugares.

Sin importar la profundidad de la herida, servimos a un Dios que puede sanar. Gracias, Dios, por ese aspecto de la gracia.

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