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martes, 30 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 30, 2014

Y ¿qué sucedió con todos esos milleritas? -3


Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado. Proverbios 29:18.



Y ¿qué sucedió con todos esos milleritas? Mucho… pero no tanto. Varias de las confesiones posmilleritas han muerto y están enterradas. Otras están en proceso de morir. Indudablemente, esa es la inferencia que hace Richard C. Nickels de la historia de la Iglesia de Dios (del séptimo día), publicada en 1973, que concluye con una sección titulada: “¿Una iglesia moribunda?” Las últimas y fatídicas palabras del libro son las del mensaje de Cristo a la iglesia de Sardis: “Estaba viva, y sin embargo estaba muerta”. Del mismo modo, la última parte de la Historia de los adventistas cristianos en tres tomos (1990), de Clyde Hewitt, es “¿Se le debería decir a una confesión religiosa que está muriendo?”

Esos pensamientos nos recuerdan la primera visión de la joven Elena de White en diciembre de 1844. Antes de seguir con esto, deberíamos destacar que ella realizó muy pocas predicciones. Pero, quizá la más interesante se encuentre en el mismo comienzo de su ministerio.

Al escribir acerca de la experiencia de los adventistas posterior al Chasco, mencionó: “Vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero, en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una brillante luz que, según me dijo un ángel, era el ‘clamor de medianoche’. Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, y alumbraba los pies de los caminantes, para que no tropezaran. Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron algunos en cansarse […].

“Otros negaron temerariamente la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los había guiado hasta allí. Pero, entonces se extinguió para ellos la luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, de modo que tropezaron y, perdiendo de vista el blanco y a Jesús, cayeron fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso” (PE 14, 15).

El clamor de medianoche, según vimos anteriormente, era la orientación de Dios en las interpretaciones proféticas que condujeron al chasco de octubre de 1844. La realidad de la historia es que todas las confesiones posmilleritas, salvo los adventistas del séptimo día, abandonaron “la luz que estaba detrás” y cayeron al vacío, o casi (es decir, “cayeron fuera del sendero abajo”). Así ocurrió con la Asociación Adventista Evangélica, los Adventistas Cristianos, otrora poderosos, y otros.

Por el contrario, el único grupo que mantuvo el fundamento profético continúa prosperando como un dinámico movimiento mundial. Lo único que tiene que temer es olvidarse de la conducción del Señor en su historia pasada.

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