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sábado, 20 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 20, 2014

Y ¿qué sucedió con todos esos milleritas? -1


Afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Santiago 5:8.



Hemos pasado casi un año meditando en cómo el Señor condujo al movimiento adventista. Hemos visto que el adventismo del séptimo día se expandió, de la nada, a casi 17 millones de miembros en el ámbito mundial. El camino entre la nada y la madurez no fue sencillo; tampoco estuvo libre de dificultades. Pero, paso a paso, la verdad fue revelada y predicada “a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6).

Pero ¿qué significa todo esto? ¿Qué lecciones podemos espigar de la historia adventista? Y ¿qué podrían significar esas lecciones para el futuro del movimiento? Es a esas preguntas que acudimos en los últimos días de nuestro viaje a través de la historia adventista.

Lo primero que haremos, en nuestra búsqueda de una perspectiva, es echar un vistazo a las confesiones religiosas posmilleritas. Hace algunos meses, vimos que entre 1844 y 1848 se desarrollaron tres corrientes distintas del adventismo. Los primeros fueron los espiritualizadores, que renunciaron a la interpretación literal de las Escrituras e incluso espiritualizaron el significado de palabras concretas. Así, podían afirmar que Cristo entró en su corazón espiritualmente el 22 de octubre de 1844.

En el segundo grupo estaban los adventistas de Albany, que se organizaron en 1845 con el fin de distanciarse de los espiritualizadores fanáticos. Los proponentes del grupo finalmente abandonaron toda creencia firme en el esquema profético de Miller.

Un tercer grupo, los sabatarios, continuaron aferrándose a una Segunda Venida literal (a diferencia de los espiritualizadores) y a los principios de Miller de interpretación profética (a diferencia de los adventistas de Albany). De modo que los sabatarios llegaron a considerarse como los únicos verdaderos herederos del adventismo previo al chasco.

Entre 1844 y 1866 surgieron seis confesiones religiosas a partir de las tres ramas del millerismo. El grupo de Albany dio a luz a cuatro: La Asociación Evangélica Norteamericana (1858); los Cristianos Adventistas (1860); la Iglesia de Dios (Óregon, Illinois; década de 1850); y la Unión Vida y Adviento (1863). El movimiento sabatario terminó en dos: los adventistas del séptimo día (1861-1863) y la Iglesia de Dios del séptimo día (1866).

Los espiritualizadores, con su diversidad, su individualidad extrema y la falta de organización, formaron grupos no permanentes. Diferentes espiritualizadores, con el tiempo, fueron atraídos por otros “ismos” o grupos adventistas más estables; se esfumaron nuevamente en la cultura en general.

Pero ¿qué ocurrió con el resto? Y ¿por qué? Esos interrogantes conducen directamente a pensamientos importantes sobre el significado de la experiencia adventista a través del tiempo.

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