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domingo, 14 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 14, 2014

Crecimiento misionero incomparable: 1900-1950 -1


Creció, y se hizo árbol grande. Lucas 13:19.



Los comienzos del adventismo del séptimo día verdaderamente fueron como la proverbial semilla de mostaza. Pero ¡cómo creció una vez que las raíces finalmente se establecieron!

Al haberse esparcido alrededor del mundo en la década de 1890, en los primeros años del nuevo siglo el adventismo estaba listo para una expansión explosiva, guiada y contenida por su estructura organizativa robustecida.

Parte de la razón del éxito fue que durante las tres primeras décadas del siglo XX dos de los dirigentes de la iglesia más orientados hacia la misión conservaron sus cargos elevados. Arturo G. Daniells trabajó como presidente de la Asociación General desde 1901 hasta 1922, y luego como secretario de la Asociación General durante los siguientes cuatro años. Mientras tanto, William A. Spicer fue secretario entre 1903 y 1922, y presidente desde 1922 hasta 1930.

El cargo presidencial, obviamente, es importante para fijar direcciones, pero en el adventismo, el cargo de secretario es igualmente vital en términos de las misiones extranjeras, puesto que ese puesto se encargaba de la función de la Junta de las Misiones Extranjeras en 1903.

Spicer y Daniells no solo eran dirigentes capaces, sino también estaban dedicados a las misiones y a la predicación del mensaje del tercer ángel “a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6).

Es difícil de captar la magnitud de los cambios en la extensión misionera adventista. En 1880, la iglesia contaba con 8 misiones extranjeras. La misma cantidad se mantuvo en 1890. Pero, en 1900 eran 42, para 1910 se había incrementado a 87 misiones, y la cifra creció a 153 y a 270 en 1920 y 1930, respectivamente. La dinámica expansiva estaba comenzando a transformar al adventismo del séptimo día, de una iglesia estadounidense, en un movimiento mundial. La década de 1890 fue crucial para el desarrollo misionero. Antes de ese período, la iglesia había presenciado poco crecimiento en la cantidad de misiones, pero desde la década de 1890 la cantidad aumentó rápidamente. Esa propagación continua a todo el mundo no solo alteró los límites geográficos de la iglesia, sino también cambió cada vez más la naturaleza del adventismo en sí.

Qué sorprendidos habrían estado los pioneros del adventismo sabatario si lo hubiesen visto desde la perspectiva de 1930. Pero, la transformación masiva apenas había comenzado. La iglesia actual sería irreconocible para los dirigentes de 1930. Y me imagino que los dirigentes de hoy experimentarían el mismo impacto si pudiesen ser transportados a 2030. El adventismo es una iglesia en movimiento.

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