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lunes, 24 de noviembre de 2014

Matutina de Menores: Noviembre 24, 2014

MÁS ALLÁ DEL ARRRECIFE


“Unos ángeles vinieron a servir a Jesús” (Mateo 4:11, TLA).



Bruno sintió pánico al pensar en los tiburones. Había oído que podían oler la sangre a varios kilómetros de distancia y con Takiyuki herido… pero se negó a seguir pensando en eso. “Padre, dame coraje; y dale a nuestro conductor habilidad para navegar” oró.

Bruno suspiró aliviado cuando Takiyuki se quedó dormido. Una hora después entraron en la laguna de Pohnpei, pero la noche de aventura estaba lejos de haber terminado… El arrecife de coral parecía un conjunto de serruchos extendiéndose hacia ellos. Cada pico tenía una señal, advirtiendo a los navegantes de que en ese punto no debían pasar cerca de la orilla. Usando una pequeña linterna, encontraron fácilmente los primeros carteles. La distancia entre estos era de más o menos medio kilómetro. Entonces… ¡se apagó la linterna!

-Creo que yo tengo una linterna por acá en algún lado – dijo Miller.

Buscó en sus bolsillos y encontró una, pero la pálida luz no ayudó mucho en tan densa oscuridad.

-No puedo ver nada – clamó el conductor del bote.

-Voy a subirme a proa – respondió Miller – quizás desde allí pueda distinguir los picos del arrecife por la forma de las olas.

El silencio se apoderó de los pasajeros, mientras se abrían pasa a través de la oscuridad. De repente Miller gritó algo en el idioma local. El conductor apenas había levantado el motor para sacarlo del agua, cuando el impulso del bote lo empujó hacia el coral. Bruno se encogió, seguro de que el serrado coral había abierto un agujero en el casco del bote. Luego, los tres hombres soltaron el bote para alejarlo del arrecife, de vuelta al canal. Una y otra vez, por el lapso de una hora, se repitió esta situación hasta que llegaron a la única ciudad de la isla. Atracaron en el muelle y llevaron rápidamente a Takiyuki al hospital, donde le cocieron el pie. Dos semanas más tarde, el muchacho salía caminando del hospital.

Cuando Bruno regresó a casa, les dijo a sus amigos: “Si alguna vez tienen la oportunidad de viajar como estudiantes misioneros, háganlo. Siempre voy a recordar el año que pasé en Pohnpei, nunca olvidaré que Dios protege a sus siervos, incluso en las martes más aisladas del mundo”.

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