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domingo, 23 de noviembre de 2014

Matutina de Menores: Noviembre 23, 2014

Rodeado de tiburones


“Pidan, y Dios les dará; busquen y encontrarán; llamen a la puerta y se les abrirá” (Mateo 7:7).



Las voces de los otros estudiantes misioneros se fueron apagando mientras Bruno estudiaba las sombras de las danzantes palmeras que cubrían la playa. “Va a ser difícil dejar este paraíso” pensó por enésima vez en aquella semana. De repente, un grito lo volvió a la realidad. Una de las chicas corría hacia él.

-Takiyuki se cortó el pie- chilló ella – . Saltó sobre una duna de arena y se golpeó con la concha quebrada de una almeja.

Bruno siguió a la joven hasta la cocina y se abrió paso a través de la gente para llegar hasta el muchacho. De un solo vistazo, Bruno se dio cuenta de que la herida necesitaba más atención médica inmediata. Takiyuki había perdido un trozo del dedo del pie.

-Oh, no- gimió Bruno- vamos a tener que llevar a Takiyuki de vuelta a Pohnpei en seguida. Si no, para mañana el pie podría estar infectado. Debemos ir esta noche.

Le daba miedo tener que navegar por aguas llenas de tiburones, pero sentía que realmente no tenía otra opción. “Querido Dios, que estás en los cielos- oró al tiempo que limpiaba la herida lo mejor que podía-, ayúdame a hacer lo que sea mejor para Takiyuki”. Mientras envolvía el pie del muchacho con toallas limpias, Bruno miró hacia las oscuras aguas, que no presagiaban nada bueno. “Llévanos sanos y salvos a través del canal hasta Pohnpei”. Oró.

Una vez que el bote salió de la laguna hacia el mar abierto, grandes olas golpeaban contra el costado. “Solo seis kilómetros y medio”, dijo Bruno para sí, mientras él y Miller se esforzaban por mantener al aire la pierna de Takiyuki, para amortiguar el golpe de las olas. “Solo seis kilómetros y medio y ya habremos llegado a la seguridad de Pohnpei”.

(Continuará…)

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