Buscar...

jueves, 13 de noviembre de 2014

Matutina de la Mujer: Noviembre 13, 2014

Una familia mundial


“El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y hay amigo más unido que un hermano” Provervios 18:24.



Vivíamos en Cochabamba, Bolivia. Mi esposo trabajaba en el área de publicaciones y colportaje, como misionero asistente. Después de dos años nos trasladaron a nuestro primer distrito misionero. Me invadieron sentimientos encontrados de alegría y de angustia. Sentí que comenzaba mi arduo trabajo, pues en vez de ayudar en una iglesia tendría que hacerlo en varias, y eso me preocupaba. ¿Cómo iba a lograrlo? Tenía una hijita de un año y medio y un embarazo de siete meses. Por momentos sentía que las fuerzas me faltaban y eso me angustiaba.

Llegó el día y emprendimos el viaje, que fue realmente tranquilo. Mi niña y yo contemplábamos la naturaleza mientras mi esposo me hablaba de lo maravilloso que era su país. Llegamos a destino poco antes de las reuniones de Semana Santa. Los hermanos estaban muy animados y felices de tenernos en su distrito y de contar con su nuevo pastor.

Pasaron las dos semanas de estudios bíblicos y entrarnos a la semana de llamados y cosechas. Mi embarazo estaba llegando a su fin y los dolores eran cada vez más fuertes. Ya no podía dormir ni estar mucho tiempo de pie. Oraba pidiéndole a Dios que mi bebé naciera después de la campaña de evangelismo. Pasó la semana de cosecha y después de tres días, con mucho dolor, di a luz a nuestra segunda hijita.

El sábado, como de costumbre, fui a la iglesia, pero en la tarde decidí que-darme en casa. Mis niñas y yo estábamos listas para despedir el sábado, cuando sonó el timbre. Los hermanos de iglesia venían a visitarnos con refrigerio y regalos. Fue una hermosa sorpresa que nunca olvidaré.

Me había sentido muy triste y sola, lejos de mi familia, pero me di cuenta de que mi amante Padre sabe dónde ponernos para ayudarnos a crecer. Las hermanas se ofrecieron para ayudarme durante el primer mes. Venían a casa por turno para hacer las tareas cotidianas. Realmente me pude recuperar. Le agradecí a Dios por darme una familia más grande y maravillosa que la mía propia, la de él. Me di cuenta de que Dios nos coloca en el mejor lugar, y que si nosotros pudiéramos elegirlo, no elegiríamos otro que aquel que él nos indica.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario