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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Matutina de la Mujer: Noviembre 12, 2014

La Familia de Dios


“Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros. Y lo amarás como a ti mismo”. Levítico 19:34



El sábado es para nosotros un día muy especial, un hermoso recreo que Dios nos regala para descansar de las muchas actividades que realizamos en la semana. En él tenemos la bendición de encontrarnos con nuestro Dios y gozar de la fraternidad de hermanos y amigos de la iglesia.

Si bien somos sudamericanos, desde hace unos años vivimos en Alemania. Cuando llegamos, yo desconocía totalmente el idioma. Nunca pensé que Dios me traería a vivir por estas tierras. Al comienzo, la barrera idiomática hacía muy difícil mi comunicación. No obstante, ¡qué lindo era ir los sábados a la iglesia y cantar himnos! Aunque no entendía las letras, conocía bien las melodías y me sentía como en casa. Más hermoso aún era poder saludarnos con un gran abrazo entre los hermanos de iglesia y desearnos un sábado feliz. Eso nos permitía disfrutar una mañana juntos como si nos conociéramos desde hacía mucho tiempo.

Pasé varios sábados sin entender mucho lo que me decían. Gracias a Dios, mi esposo me traducía, pero, en lo personal, no podía compartir mucho, solo sonrisas y abrazos. Sin embargo, con los hermanos de la iglesia me unía algo que iba más allá del idioma, la cultura y las costumbres: todos éramos hijos del mismo Padre y alabábamos al mismo Dios, aunque cada uno lo hiciera en su idioma. Sabíamos que éramos una familia.

Los sábados nos invitaban a comer, a dar paseos y caminatas por las tardes, y todo sin decir muchas palabras. Con su cariño y amistad me hicieron sentir parte de sus familias y bienvenidos en sus casas. No me trataron como alguien nuevo o extranjero, sino como un familiar. Esto fue reconfortante para mi adaptación y crecimiento espiritual.

Muchas familias o estudiantes parten de su país por estudio, trabajo, misión o necesidad, y corren el riesgo de sufrir desarraigo, tristeza y hasta enfermedad. Si bien hay algo de aventura y desafio, el calor de la familia es muy importante.

Amiga, si está en tus manos alguna vez, haz que el extranjero se sienta “natural” en tu casa o en tu iglesia. Dios tiene muchas bendiciones para el que actúa de esta manera.

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