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martes, 11 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 11, 2014

El Advenimiento en marcha -7: Rhodesia


Fui hallado de los que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban por mí. Romanos 10:20.



Cuando Elena de White señaló que Nehemías había orado “al Señor por ayuda, y Dios escuchó su plegaria” y “obró en los reyes paganos para que vinieran en su ayuda” (Carta 11, 1895; TM 200, 201), la Asociación General dio marcha atrás en su decisión de rechazar el regalo de Solusi. De modo que el desafío interno para la misión había sido superado.

Pero, la situación política seguía estando. No mucho después de la llegada de los misioneros, la tribu Matabele, conquistada recientemente, se sublevó en contra de los británicos, lo que hizo que los misioneros se retiraran durante cinco meses. Y, como si eso no fuese suficiente problema, poco después de regresar tuvieron que enfrentar una hambruna entre la gente local y un brote de la peste bovina, que destruyó el poco ganado de la misión que había sobrevivido a la reciente guerra.

Y la misión enfrentó aún otro problema grave: la malaria. Todavía recuerdo haber estado en el pequeño cementerio en lo que hoy es la Universidad de Solusi. Casi todos los misioneros originales habían muerto porque se negaron a tomar quinina, la única prevención conocida contra la malaria en la década de 1890.

¿Por qué se negaron a usar la medicación que les hubiese salvado la vida? Porque, al no comprender plenamente el contexto del consejo de Elena de White en contra de tomar drogas peligrosas, rechazaron inflexiblemente lo único que podría haberlos ayudado. Fueron “fieles reformadores de la salud” hasta su muerte.

De los siete enviados originales que habían llegado en 1894, solo tres sobrevivían en 1898; y dos de ellos estaba en el Cabo, recuperándose de la malaria.

El misionero restante había sido el “infiel”: había usado quinina, basándose en que tomar algo de droga dañina era mejor que continuar siendo vulnerable ante toda la fuerza de una enfermedad letal. En realidad, estaba usando el “sentido común”, que Elena de White recomendaba en situaciones difíciles como esas. Como resultado, él continuó sirviendo y testificando en la Misión de Solusi.

Hasta 2007, ese punto de apoyo en África ha crecido a más de cinco millones de creyentes bautizados, en las tres divisiones mundiales de la iglesia que sirven en ese continente.

Las lecciones que extraemos en torno a lo sucedido en la Misión de Solusi son muchas. Una de las más importantes es que Dios todavía conduce a su iglesia, a pesar de los seres humanos imperfectos que ha elegido usar en su obra.

Señor, vivimos en un mundo complejo. Por favor, ayúdanos en nuestras luchas para mantener los ojos abiertos, junto con el ojo de la fe.

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