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miércoles, 8 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 8, 2014

Contra la mala influencia


“Entonces clamó Sansón (…) y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego solamente esta vez, oh Dios” Jueces 16:28.



Decir: “¡A mi hijo no le va a pasar!” es vivir una falsa realidad. Nuestros hijos están expuestos a que los bombardeen con insultos, maltratos, rechazos y hasta que influyan en ellos para el mal.

Ellos se defienden, también agreden, insultan, maltratan y rechazan. Nuestros hijos son afectados por el ambiente, los medios masivos de comunicación, el cine, los ídolos mediáticos, la música y la moda sin darse cuenta del peligro a que están expuestos. Este es el mal que aqueja a su generación posmoderna.

¡Cómo quisiéramos que nuestros hijos no sufrieran, no se equivocaran y no se lastimaran! Daríamos la vida para no verlos llorar, pero ese no es el camino. Nuestro deber como padres amantes de su propio bien es rodearlos de un ambiente que contrarreste la locura de la mala influencia de este mundo y contribuya a su crecimiento emocional y espiritual.

Si eligieran el camino equivocado, no desesperemos, oremos fervientemente porque para Dios las debilidades humanas y el mal ambiente no son un inconveniente. Así habla Pablo de los héroes de la fe: “Que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Heb. 11:33, 34).

Nuestro deber primordial es mostrarles el camino e ir delante de ellos. Es una lucha constante, pero debemos ganar la batalla. No hay nada más vigorizante que liderar con amor nuestra familia porque Dios hace el resto. Los hijos que respeten la autoridad de sus padres, respetarán también la autoridad de Dios.

Nuestros hijos no deben sentir ausencia de liderazgo en el hogar, sino percibir que el círculo familiar los contiene y protege. Deben estar seguros de que son nuestra prioridad, y de que nuestro mayor deseo es verlos triunfar en un mundo donde prima la maldad. Formarlos en valores les hará estar seguros de que nosotros somos los instrumentos de Dios para conectados con la mejor influencia: Jesús.

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