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viernes, 3 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 3, 2014

Mayor amor que el de una amiga


“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna”. Juan 3:16.



Era feliz en mi trabajo, donde me iba muy bien y aprendía mucho. Un día tuve que trasladarme a otra ciudad, y el proceso de adaptación atrasó mi aprendizaje y desempeño. Yo consideraba que era hábil con las manos, pero el sistema era nuevo para mí y esto me obligaba a demorar mucho en procesos que en sí llevaban menos tiempo. Esta situación me frustraba, y me consumía mucha energía buscar y encontrar las causas de mi demora.

Una buena amiga, con quien trabajaba en ese momento, me daba ánimo y me decía que no me preocupara pues al comienzo cuesta un poco, pero todo se aprende y terminaría haciendo bien mi trabajo. Y así fue. Poco a poco llegué a desempeñarme con eficiencia, y lo que antes hacía en un mes, ahora solo me llevaba un día. Dios me bendijo siempre en mi tarea laboral enviando buenas personas que me ayudaron, me tuvieron paciencia y, a veces, hasta hicieron cosas en mi favor. Cierta vez, me vi necesitada y pedí un aumento de sueldo. Me lo concedieron con la condición de que mi gran amiga, la que me había ayudado tantas veces, dejara el trabajo. Por supuesto, me sentí mal. Me afligía pensar que por mis pretensiones ella perdiera su trabajo. Jamás hubiera imaginado una condición así, de lo contrario, nunca habría pedido el aumento. Finalmente, después de varias idas y venidas, ella comprendió la situación y dejó el trabajo, pero encontró otro mejor.

Hemos conservado nuestra amistad; yo la quiero mucho y vamos juntas a la iglesia. Su actitud me llevó a reflexionar acerca de lo que significa una amiga, pero más aún, trajo a mi experiencia cristiana el recuerdo del sacrificio de Jesús en la cruz, que hizo posible mi redención.

Amiga, Jesús no hizo un viaje de promoción, ni dejó su trabajo para que yo pudiera obtener un sueldo mejor remunerado, ni estudió conmigo para que aprobara un examen. Su sacrificio fue el único camino para que yo disfrutara de la vida eterna. Mis amigas me ayudaron mucho, pero el amor de Dios sobrepasó el de todas ellas: entregó a su Hijo y lo vio morir en una cruz para que yo pudiera vivir para siempre.

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